Editoriales

Editorial: ETT, falta la letra pequeña



    La autorización a las ETT para que actúen como agencias privadas de colocación ha sido uno de los aspectos menos destacados de la reforma laboral, a pesar de que puede llegar a ser una de las herramientas más eficaces para crear empleo. España es el Estado de la UE con menor penetración de este tipo de empresas, pero posee récord en desempleo -en 2012 el paro alcanzará a 5,9 millones de trabajadores- y temporalidad. La reforma del Gobierno socialista se quedó en un tímido intento debido a su insuficiencia y las dificultades para aplicarla. Las ETT han recibido esperanzadas este nuevo cambio legislativo porque sí lo consideran ambicioso y con visos de que les permita alcanzar su objetivo: encontrar las personas idóneas para empresarios que ofrecen trabajo.

    No es comprensible que en una crisis histórica de empleo no se hayan exprimido hasta el límite las importantes bases de datos que posee el Servicio Público de Empleo Estatal, que ofrece rendimientos muy pobres a la hora de colocar. Desde Europa, se muestra una actitud inflexible con España porque no se entiende que no hayamos sido capaces de imitar fórmulas que en nuestro entorno se practican con buenos resultados desde hace años. En la batalla contra el paro es importante la colaboración público-privada para que la información que poseen las Administraciones Públicas pueda ser utilizada por las ETT, experimentadas en ajustar la oferta de trabajo a la demanda. El Gobierno debe trasponer a la legislación española la directiva comunitaria para derogar todas las limitaciones que pesan sobre las ETT y no debe olvidar en el desarrollo de la reforma que un mal reglamento bien puede estropear una buena ley...