Editoriales
Editorial: No a Megaupload, sí a Netflix
Más de 5.000 españoles acudirán a los tribunales para defender sus intereses legítimos ante unas propiedades confiadas a Megaupload y que deambulan en un limbo. Se trata de archivos digitales particulares que han desaparecido y que no conculcan los derechos de propiedad intelectual. Esta situación pone de relieve la profunda crisis que afecta a una industria socavada por tres pesadillas. La primera es la ambigua corriente legisladora que convulsiona Internet, ya sea a través de la Ley Sinde o las estadounidenses Sopa y Pipa. Todas multiplican la inseguridad en la Red, lo que a su vez se traduce en mayor incertidumbre para invertir en el universo online.
El segundo obstáculo tiene que ver con los desequilibrios que existen entre oferta y demanda de contenidos intelectuales. Los precios animan a los usuarios a copiarse la música a través de redes de intercambio de archivos (P2P). Así la industria musical pasó de ingresar cantidades desproporcionadas a pírricas.
Pero ahora se dispone de una alternativa con la irrupción de modelos de negocios legales, como Netflix o Spotify. Hay que ajustar los precios a las expectativas de la demanda y los menores costes que ofrece la web, o el público volverá al P2P. El tercer problema del sector de contenidos digitales de alto valor son las páginas de descargas, en las que se incentiva la piratería y donde los ingresos van a personajes tan turbios como el dueño de Megaupload. En ese entorno, la creación sufre. Reconforta pensar que los tribunales impondrán la justicia, pero también se echa en falta la concienciación pública para denostar el lucro obsceno de los que se apropian del trabajo ajeno.