Editorial: Otra cumbre de poca altura
En su enésima cumbre, esta vez los líderes europeos al menos nos ahorran el epíteto de "salvar el euro", y lo sustituyen por una "agenda para el crecimiento". Y esto se va a plasmar en el adelanto de los fondos de cohesión y estructurales para que se usen cuanto antes, lo que puede suponer unos 14.000 millones más en este ejercicio para España, una ayudita nada despreciable que puede aliviar el esfuerzo de ajuste, valorado por lo menos en 40.000 millones. Pero además hay otra buena nueva. Con las elecciones en Francia y Alemania próximas y Europa bordeando la recesión, Berlín ahora considerará que se tenga en cuenta el drástico cambio a la baja en las previsiones de crecimiento, lo que significa que se revisará el objetivo de déficit. Aunque imprescindible para el futuro, la aplicación estricta del pacto fiscal en la actual coyuntura puede estrangular aún más la actividad. No tenía sentido seguir aplicando lo imposible.
Los mercados ya conceden más importancia a la ausencia de crecimiento a corto que al tamaño de la deuda o el déficit. Con todo, esta cumbre sigue sin dar los pasos para distinguir entre los países insolventes como Grecia y los que pueden experimentar crisis de liquidez. La imagen de Lagarde en Davos enseñando su bolso a la vez que pedía llenarlo de dinero lo dice todo: el resto le ha dicho a Europa que la solución debe empezar por sí misma. Y ahí Alemania puede hacer mucho más. Su consumo y construcción puede elevarse; tiene equilibrio fiscal; casi pleno empleo y superávit comercial. Tiene margen para reeditar su papel de locomotora mientras la periferia se ajusta. Pero la escasa altura de Alemania representa un peligro...