Editoriales
Editorial: El desempleo sigue enquistado
Los datos de los Servicios Públicos de Empleo, la merma de más de 355.000 cotizantes y el adiós al superávit de la Seguridad Social confirman a 2011 como un ejercicio nefasto para nuestro mercado de trabajo. El número de parados registrados ascendió al amargo récord de 4.422.359, con un alza interanual de 332.000, el doble que la anotada en el conjunto de 2010, lo que confirma la atonía de la actividad, la falta de signos de recuperación y la insuficiencia de esa pretensión de reforma laboral que parcheó el Gobierno socialista, incapaz de invertir la tendencia enquistada de destrucción de empleo.
Pese a que suele ser un mes amable con el empleo, diciembre se saldó con un aumento de 1.897 parados, frente al descenso de 10.221 en el mismo mes de 2010. Este quinto incremento mensual consecutivo constata no sólo la gravedad de la coyuntura, sino su agravamiento en el segundo semestre del año, precursor del que se espera en los primeros pasos de este año. La debilidad laboral se acusa también en la merma del gasto en prestaciones, que no procede de un síntoma positivo sino de que cada vez son más los que agotan la percepción y engrosan las dramáticas filas del desempleo de larga duración. Es preciso atajar cuanto antes la hemorragia laboral. Vienen meses duros y la cuesta de enero será larga y escarpada. Esta semana expira el plazo para que los agentes sociales dejen de hablar de asuntos colaterales y faciliten la labor reformista del Gobierno, al que, como con los ajustes, no debe temblarle la mano con las medidas laborales. Los remiendos no sirven, hace falta una actuación integral que insufle oxígeno a la contratación.