Editorial: El crédito, otra vez estrangulado
La recaída sobre los parqués enseguida ha perseguido a los sospechosos habituales de esta crisis: los bancos. Al más mínimo atisbo de una reedición de 2008, el dinero ha huido de un sector financiero todavía en reconversión, y eso se ha traducido en unos mercados interbancarios nerviosos y desconfiados, que vuelven a cerrarse a cal y canto.
Algo que sucede justo cuando las entidades todavía tienen por delante importantes vencimientos heredados de la anterior bonanza y, por tanto, de una escala impropia de estos tiempos de ajustes. Tal y como se ha extendido la incertidumbre, ahora el mercado duda de que la banca sea capaz de refinanciar estas deudas, ni siquiera con la asistencia que ofrecen los bancos centrales. Por no hablar de unos Gobiernos sin margen para recapitalizarlas.
En Europa, cualquier solución definitiva a las dificultades periféricas va a precisar que la banca se anote pérdidas en sus carteras de títulos soberanos. En España, todo se complica porque las entidades deberían reconocer el deterioro del inmobiliario y, como no quieren hacerlo de golpe, no rebajan los precios para vender sus activos. En consecuencia, ahí tienen atrapada parte de su liquidez. Con los mercados mayoristas cerrados, las españolas se han enzarzado en una guerra por los depósitos nada rentable. Y esto se ve empeorado por un Gobierno que las obliga a contribuir más al Fondo de Depósitos cuando ofrecen rendimientos altos. Al final, semejante situación va a generar otro estrangulamiento del crédito en la economía real porque las autoridades están siendo incapaces de atajar los problemas de un sector aún plagado de dudas.