Hace tiempo que el Ibex 35 dejó atrás los fastos de la deuda que comenzaron en 2005. Lejos quedan los años en los que la deuda neta conjunta de las compañías del índice más que triplicaba su ebitda (resultado bruto de explotación). El indicador -a falta de que así lo confirmen las cuentas de las compañías- habría cerrado 2018 con un endeudamiento de 1,9 veces su ebitda, y para 2019 y 2020 se espera que la ratio se vaya hasta las 1,8 veces y las 1,7 veces, respectivamente.
El Ibex seguirá, por tanto, desendeudándose pero, eso sí, lo hará más despacio de lo que ha venido haciéndolo en los últimos ejercicios. De hecho, hace justo un año, el consenso de mercado que recoge FactSet situaba el nivel de apalancamiento del índice en 1,7 veces para 2019 (no las 1,8 estimadas ahora) y en 1,5 veces para 2020 (no las 1,7 veces actuales). Todo esto, en un momento en el que los costes de financiación para las empresas evolucionarán al alza, con subida de tipos en Europa o sin ella. El mejor escenario -con un bono español a 10 años ofreciendo un 0,88 por ciento, un mínimo histórico marcado en septiembre de 2016- ya ha quedado atrás.