"A los inversores no les quedará un grato recuerdo de 2018". Así empieza su artículo sobre perspectivas para la renta fija en 2019 Marin Dropkin, responsable mundial de deuda corporativa en Fidelity Internacional. Tiene razón y un ejemplo de ello se ve en el comportamiento que han tenido los fondos españoles en un año como 2018 en el que las buenas nuevas que llegan del lado de las suscripciones (se captan más de 10.000 millones de euros) contrastan con las malas que llegan desde el lado de las rentabilidades.
Según los datos de Morningstar, el 94 por ciento de los fondos españoles pierde dinero en este fatídico año para el inversor, lo que lo convierte oficialmente en el peor que ha protagonizado la industria en al menos la última década. Y, por si alguien se lo pregunta, la respuesta es sí: 2018 ha sido un año mucho peor para el inversor que 2008, el año en el que se puso en cuestión todo el sistema financiero tras la quiebra de Lehman Brothers ya que entonces el 25 por ciento de los fondos españoles consiguieron despedir el ejercicio con ganancias, frente al 6 por ciento que ha logrado esa hazaña en este ejercicio.