No hay mal que por bien no venga dicen algunos. Esta afirmación bien puede servir un día como hoy, en el que las bolsas europeas han pagado el contagio del desplome del lunes en Wall Street, cuando el Doy Jones protagonizó su mayor caída (en puntos) de la historia.
El lunes negro, como ya lo llaman algunos (en homenaje a aquel de 1987 cuando el selectivo industrial perdió un 22% en sólo una jornada) a traído los números rojos al Viejo Continente, aunque en menores proporciones.