El rally de la bolsa americana no muestra signos de fatiga pese a acumular nueve años de escalada a sus espaldas. El crecimiento de su economía, la subida de tipos y el impulso de los beneficios tras la reforma fiscal darán continuidad a la llamada 'exuberancia racional' en 2018.
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Parece que fue ayer cuando el S&P 500 y el Dow Jones se acomodaban en los 2.257 puntos y en los 19.881 puntos, respectivamente, en la primera sesión bursátil de 2017. Una jornada todavía con el expresidente Barack Obama en la Casa Blanca, pero a la sombra ya del equipo de transición de Donald Trump, quien ya azuzaba el optimismo entre los inversores bajo la promesa de una reforma tributaria, menor regulación y una gran inversión en infraestructuras.
Por entonces, la cota psicológica de los 20.000 puntos para el Dow se postuló como una meta más que asequible, pero pocos se planteaban que el ascenso a lo largo del año se quedaría a puertas de los 25.000 puntos. Contra algunos pronósticos, 2017 se ha posicionado como un año poco convencional.
Este indicador bursátil, que engloba a los 30 valores más representativos de la economía americana, ha cruzado máximos cerca de 70 ocasiones. Su compañero de faenas, el S&P 500, ha hecho lo propio en al menos 62 ocasiones, rompiendo así la media de 29 registrados desde la II Guerra Mundial. "El S&P 500 acumula una rentabilidad cercana al 20% y ha estado caracterizado este año por un número superior a la media de máximos históricos, una baja volatilidad y una diferencia superior a la media entre la rentabilidad de los mejores y peores sectores, lo que también se conoce como dispersión", señala Sam Stovall, estratega jefe de CFRA.
En este sentido, la tecnología, con una rentabilidad del 38%, así como el sector de consumo discrecional, con un aumento en su precio del 22%, han liderado las subidas, mientras que al otro lado de la balanza han quedado el sector energético y el de telecomunicaciones.
La expectativa de una rebaja del impuesto de sociedades para 2018, que finalmente llegó el pasado 22 de diciembre con la rúbrica de Trump y que reducirá este gravamen del 35 al 21%, así como el avance de la economía patria, que encadena dos trimestres seguidos creciendo por encima del 3%, algo que no ocurría desde 2014, han servido como colchón para enfrentar otros contratiempos. Entre ellos, las tensiones geopolíticas, con Corea del Norte a la cabeza.
También se pueden incluir los movimientos en el seno de la Reserva Federal. Por un lado, el banco central estadounidense ha mantenido su ritmo en lo que a subida de tipos se refiere, con tres alzas de 25 puntos básicos cada uno, que actualmente sitúan el precio del dinero en un rango de entre el 1,25% y el 1,50%. Una normalización que la presidenta de la Fed, Janet Yellen, ha sabido telegrafiar al mercado para evitar cualquier tipo de contratiempo.
Otra de las hazañas de Yellen ha sido la de poner a dieta al orondo balance de la Fed, cuyo peso llegó a sobrepasar los 4,5 billones de dólares. Un adelgazamiento gradual que comenzó el pasado octubre y cuyas consecuencias a pie de parqué no han desencadenado pataleta alguna.
Al mismo tiempo, las salidas del consejo de gobierno del banco central de figuras como Stanley Fischer o Daniel Tarullo, así como la decisión de Trump de elegir a Jerome Powell, actual gobernador de la Fed, como sucesor de Yellen, no han generado tensiones. Tampoco lo hizo su primer nominado a ocupar una de las vacantes en seno del banco central, Randal Quarles, quien a día de hoy es ya el principal supervisor bancario dentro de la Fed.
Aun así, la gran incógnita para los funcionarios de este órgano sigue siendo la falta de un repunte sostenido de la inflación. En un momento en que la tasa de paro se acomoda en un 4,1%, la más baja de los últimos 17 años, y la economía ha generado una media de 170.000 empleos, los principales funcionarios del banco central de EEUU estiman que su meta acabe por lograrse pronto.
"Todavía esperamos que la inflación suba y se estabilice en torno al 2% en los próximos años. No obstante, como he señalado anteriormente, nuestra comprensión de las fuerzas que impulsan la inflación es imperfecta", avisó la presidenta de la Fed en su última rueda de prensa. Lo que está claro es que salvo causas ajenas a los fundamentales de la economía estadounidense, el rally alcista de la renta variable americana sigue sin mostrar signos de fatiga crónica pese a contar ya con 9 años de escalada a sus espaldas (y pese a las subidas, aún tiene un potencial del 7%). Como bien acuñó recientemente David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs, la bolsa de EEUU vive una exuberancia pero al contrario que en la década de los 90, su raciocinio ahora nada tiene que ver con las dislocaciones de antaño. Esta exuberancia racional está basada en la combinación de un crecimiento económico por encima de la tendencia en EEUU y a nivel mundial, una subida de los tipos que se consolida gradualmente y un impulso de los beneficios blindado por la aprobación de la reforma fiscal, factores que seguirán presentes en 2018.