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LVMH: el crack del 87 le vino de 'lujo' a los Arnault

24/11/2017 - 19:23

"¡Mi hijo no tenía ni idea sobre la industria textil! Podríamos habernos arruinado, pero me aseguró que estaba seguro de lo que hacía". El relato, recogido por L'Express en 1999, es el de un industrial francés de provincias que fue sobrepasado por la ambición de su vástago en 1984, cuando éste apenas superaba la treintena y decidió invertir la fortuna familiar en los decadentes grandes almacenes de París. Así, Bernard Arnault entró primero en el capital en Christian Dior y, poco después, en el de LVMH –producto de la fusión de Louis Vuitton y Moët Hennessy en 1987–, aprovechando, posteriormente, el crack bursátil de ese mismo año y el enfrentamiento entre los principales accionistas para reforzar su posición en la compañía y acabar alcanzando el control en 1989.

Hoy, aquel joven que no quiso conformarse con el negocio familiar, es el dueño del lujo a nivel mundial y el hombre más rico de Francia. Su conglomerado acoge marcas como Vuitton, Dior, Givenchy, Kenzo o Loewe, tras haber incrementado su tamaño en bolsa un 1.200% desde que asumió su control, y rozará los 5.000 millones de beneficio en 2017, multiplicando por 24 las ganancias que conseguía hace tres décadas.

En marzo de 2018, Bernard Arnault cumplirá 69 años. Una atalaya desde la que ya piensa en el relevo generacional al frente de LVMH, para lo que ha preparado a conciencia a dos de sus hijos: Delphine –en la foto junto a él– y Antoine Arnault, los niños de papá señalados para dar continuidad a la exitosa historia de crecimiento de la compañía que mejor ha sabido canalizar la ansiedad consumista de los países asiáticos hacia la exclusividad. Los mercados orientales, principalmente China y Japón, aglutinan actualmente el 36% de las ventas anuales de LVMH. "La solidez mostrada por la demanda asiática, sin señales de agotamiento por el momento, nos hacen posicionarnos en un escenario constructivo a medio plazo", reconoce Arancha Piñeiro, analista de Banco Sabadell, que recomienda comprar las acciones de la compañía, al igual que el 67% de expertos que siguen su cotización.

Si Asia es su mercado insignia, Louis Vuitton es la marca diferencial, "con capacidad para fijar precios y alcanzar los rendimientos más altos de la industria", según incide el equipo de analistas de Citi, que también considera "la inversión en publicidad y el entorno de la tienda algo que ningún competidor puede igualar", lo que le concede un elevado potencial de crecimiento para los beneficios, de hasta el 60% entre 2016 y 2020, según las estimaciones.