Una de las cosas más llamativas que se pueden ver en Arteixo es una pantalla gigante del tamaño de la mitad de una piscina olímpica en la que se puede seguir en tiempo real qué tiendas están abiertas de 7.385 establecimientos, en 94 mercados diferentes de los cinco continentes, y en cuáles hay incidencias y en qué grado de resolución se encuentran.
Arteixo es la vanguardia de la carrera textil mundial, es el Cabo Cañaveral de la Nasa en sus tiempos de esplendor, sin que se haya optado por la mínima megalomanía de tratar de construir la ciudad Inditex. La funcionalidad ha hecho que en algo más de una década se haya multiplicado por cuatro o por cinco el tamaño de una Babel en el que trabajan equipos de diseñadores en salas de miles de metros cuadrados diáfanas directamente conectados con las tiendas. Estos equipos son capaces de entender lo que quiere el cliente, llevarlo a fábrica a toda celeridad, y todavía más rápido entregarlo en tienda o en un domicilio. Pero sobre todo Inditex ha creado la permanente necesidad de que millones de personas quieran llevar una nueva prenda de sus múltiples formatos. Amancio Ortega ha puesto a mucha gente Zara en su vida, les ha creado la adicción de pasar todos los meses por alguna de sus tiendas, como Julio César impuso el calendario Juliano, mínimamente retocado luego por el Gregoriano. Esta es la magia de Zara, la que ha hecho que desde su salida a bolsa se haya pagado un PER entre 20 y 30 veces, la que ha hecho que se convierta en la compañía más grande por tamaño del mercado español, sin ser la que más gana. Ni siquiera con una expectativa de ganancia de 4.600 millones para 2019 -mil más que éste- se acercará a los más de 9.000 que se espera de beneficio histórico para Santander para ese año.
Son muchos los que tienen claro que el imperio de Ortega será en la próxima década cuando se ponga al frente de las ganancias en la bolsa española porque su modelo no se cuestiona, mientras que la banca vivirá una transformación que es la que condiciona que hoy se paguen multiplicadores bursátiles inferiores que los del resto del mercado. No tener deuda; caminar con una caja de 7.000 millones, que en 2019 serán 10.000; tener el mayor margen bruto del sector; y ser dirigida por el coach Pablo Isla, el número uno de los entrenadores españoles para un banquillo empresarial, son algunos de los motivos por los que Inditex es uno de los indiscutibles en los últimos tiempos de toda cartera. Sin embargo, se le pueden poner peros a Inditex en la opacidad que mantiene sobre algunos temas. La compañía no quiere dar un solo dato sobre el porcentaje que suponen sus ventas online. Para Inditex Internet es una tienda más. Un oscurantismo como también lo es no decir cuántos accionistas particulares tiene la compañía que más alegrías ha dado entre las grandes en más de tres lustros.