La eléctrica aprobará en marzo de 2018 un cambio que favorecerá fiscalmente a los fondos británicos y estadounidenses presentes en su capital que optan por el dividendo en efectivo
Iberdrola lleva ya siete años retribuyendo bajo la fórmula del scrip, que permite al inversor elegir entre percibir acciones o un dividendo en metálico. El pero de esta fórmula es que, al realizarse el pago con títulos nuevos, la compañía realiza, con cada scrip, una ampliación de capital que diluye a quien decide recibir metálico (ya que la tarta, el capital, pasa a repartirse entre más acciones, lo que reduce el valor de cada una de ellas).
Iberdrola evita ese efecto dilutivo, perverso para quien cobra en metálico y neutro para quien se queda las acciones, recomprando títulos propios para amortizarlos y conseguir, así, que el pastel sea siempre del mismo tamaño. Cada año, la eléctrica retribuye dos veces (en diciembre o enero y en julio) y amortiza acciones una vez, generalmente en mayo. En los últimos ejercicios, las ampliaciones realizadas para retribuir en scrip han sido totalmente compensadas por esta vía.
Mientras los minoristas de Iberdrola prefieren recibir acciones (esta opción tiene una aceptación superior al 60%), los institucionales eligen el metálico. El grupo cuenta con destacados fondos británicos y estadounidenses en su accionariado, como las norteamericanas BlackRock, o Capital Group, con participaciones de entre el 2 y el 3% (ver gráfico).
La clave: su tratamiento fiscal
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