La salida de la crisis para los países desarrollados ha cambiado el escenario para los emergentes. Los tentáculos de la Fed son tan largos que han cambiado la coyuntura para los países que hasta hace unos años eran los grandes protagonistas. Ante esta situación un indicador es clave para conocer la salud de un país, su balanza corriente.
El mundo ha entrado en una fase de debilidad de la economía en la que bien podría utilizarse una referencia a la trampa malthusiana. Thomas Malthus publicó en 1798 su obra Ensayo sobre el principio de la población, basado en la base de los rendimientos decrecientes de la tierra. El estudioso británico creía quela acumulación de trabajo provocaba que cuanto más se explotaran las mismas tierras, o se cultivaran otras menos fértiles, los rendimientos conseguidos serían menores, lo que generaría un límite al crecimiento de la economía y de la población. El salto sobre esta trampa fue sencillo: nuevas tecnologías y métodos de organización que fueron produciendo saltos cualitativos, no cuantitativos, en la producción.
El mundo se encuentra actualmente en una situación en la que se necesita algo, quién sabe qué, un cambio cualitativo que reanime la economía y deje de lado la crisis. Mientras tanto, los países intentan capear el temporal como mejor pueden, en muchos casos con estímulos monetarios, como han realizado las grandes economías mundiales. La Reserva Federal (Fed) inundó el mundo de liquidez y el mundo se ahogó, y ahora se encuentra con la situación opuesta de que tendrá que empezar a vaciar su balance destruyendo dólares, lo que ha provocado una fuerte apreciación del billete verde en el último año y medio. El resultado ha sido un duro golpe para algunos emergentes con los que ahora los analistas son más cautos. De hecho, muchos inversores y gestores se fijan en un indicador para valorar la debilidad o fortaleza que presenta un país: la balanza por cuenta corriente y la balanza de pagos.
¿Qué reflejan estas dos cuentas? La primera, el comercio mundial de bienes y servicios y la segunda, toda la salida y entrada de flujos de un país, incluidas las transferencias, la adquisición de bienes de capital... Los países que presentan déficit en estas dos cuentas actualmente generan dudas entre los inversores. Son algo así como los emergentes buenos y malos de forma algo más simplista. Argumentos no les faltan.
El cóctel para los emergentes es complicado de digerir. En primer lugar, se parte de países que están frenando su crecimiento, desde China hasta Brasil o India, la gran mayoría atraviesan una fase de desaceleración. En segundo lugar, la demanda de sus productos y las políticas expansivas de sus bancos centrales han animado la inflación en muchos de estos países. Inflación y debilidad de crecimiento, una mezcla explosiva.
Si estos países tienen déficit por cuenta corriente y su divisa se está depreciando frente al dólar, significa que están importando más inflación. ¿Cómo ocurre esto? Muy sencillo, es más caro comprar en el exterior con la divisa local, lo que empuja al alza los precios. Muchos bancos centrales de estos países, como es el caso de Brasil, se han visto forzados a frenar la depreciación de su divisa con intervenciones en el mercado, vendiendo dólares de sus reservas y comprando la divisa local o subiendo los tipos de interés oficiales, dos medidas que todavía enfrían más la economía: la pescadilla que se muerde la cola.
Los datos conseguidos hasta ahora no dejan lugar a dudas: los emergentes con un déficit comercial que supera el 2% han visto a su divisa depreciarse en torno a un 20% en los dos últimos años. Países como Indonesia, Brasil o India han tenido que subir con fuerza los tipos de interés, lo que ha frenado mucho el crecimiento de su economía. En estos países los tipos de interés están por encima del 7% (en Brasil están ya en el 10%).
La última encuesta de Bank of America a gestores de fondos refleja esta situación: entre los emergentes sobreponderados se encuentran China, Malasia, Indonesia o Taiwán. Por el contrario, los que tienen infraponderados abundan los que tienen una balanza por cuenta corriente más deteriorada: Turquía, Brasil o Sudáfrica.