El comportamiento del oro durante la crisis que ha desatado la pandemia de coronavirus, ha dado lugar a una de las grandes paradojas del mercado de los últimos años. A nadie se le escapa que el precio de los futuros de este metal precioso se ha revalorizado más de un 12% en lo que va de ejercicio, convirtiéndose así en uno de los activos más atractivos para los inversores y poniendo así de manifiesto el componente de activo refugio que pesa sobre él desde hace décadas. Sin embargo, la onza de esta materia prima no ha mostrado un mejor comportamiento en los momentos más críticos de la crisis, en los que los osos se hacían fuertes en el mercado de renta variable, sino que ha sido cuando el rebote estaba en su momento culmen, cuando mejor lo ha hecho, actuando como si de un valor cíclico se tratara.