Las dudas se han multiplicado durante las últimas semanas en Wall Street y en Europa y no dejan de surgir señales que proyectan escenarios sombríos para las bolsas. Algunas tan inusuales como la inversión de la curva de la volatilidad que se vio el pasado viernes. Es decir, que el Vix a 30 días –conocido como índice del miedo y que habitualmente se vigila para medir la incertidumbre que pesa sobre el S&P 500– supere al mismo indicador pero a 60 jornadas. Y que el miedo sea mayor a un mes vista que a dos es sinónimo de fuertes caídas: la última vez que ocurrió fue el 2 de febrero de este mismo año –desde el 26 de enero a aquella sesión el principal selectivo estadounidense corrigió un 10%– y la anterior el 21 de agosto de 2015 –China devaluó por primera vez el yuan el 10 de agosto y el S&P 500 se desplomó un 11% entre el 17 y el 25 de ese mes–.
La pendiente de esta curva de la volatilidad suele ser ascendente porque la visibilidad de las amenazas que afronta el mercado es lógicamente menor a 2 meses a que a 30 días, y es por eso que su inversión es una señal de alarma que refuta a los más agoreros. "Indica un fuerte malestar de fondo", explica Juan Ignacio Crespo, economista y asesor del fondo de inversión Multiciclos Global de Renta 4.