El año se complica para el Ibex, que enlaza ya nueve sesiones de corrección y retrocede un 8,69% en 2018, más que ningún otro gran índice europeo. Los descensos añaden atractivo al selectivo de referencia, que ya ofrece una rentabilidad por dividendo del 4,2% de cara a los próximos doce meses, rendimiento que se disparará hasta el 5% en 2020, según las previsiones del consenso que recoge Fact-Set; todo esto, en un escenario en el que no se prevé una caída de los beneficios empresariales.
Es cierto que no nos encontramos en un contexto de recesión mundial; que la guerra comercial a la que asistimos se produce en un entorno de economías crecientes; y que Estados Unidos, el mercado director, no da muestras de debilidad. De hecho, la previsión de ganancias del Dow Jones para 2018, 2019 y 2020 ha crecido un 11% (para cada uno de esos años) en lo que llevamos de ejercicio. En Europa, eso sí, el dato empieza a caer: la estimación para el EuroStoxx 50 cede un 1,1% para 2018 y menos del 0,5% para 2019 y 2020.
La abrupta caída que en los últimos ocho meses ha sufrido el Ibex 35 -no olvidemos que en su máximo anual, en enero, cotizaba por encima del 10.600- se ha traducido en un veloz abaratamiento por PER (Price Earnings Ratio, número de veces que el beneficio está recogido en el precio): si a cierre de 2017 se pagaban 13,2 euros por cada euro de ganancias de las empresas del índice, hoy se abona un 12% menos, 11,6 euros.
El camino inverso ha seguido la rentabilidad por dividendo del indicador, que en lo que llevamos de ejercicio ha florecido desde el 3,9% hasta el ya mencionado 4,2%. Por cada cien puntos de caída, el índice regala al inversor una rentabilidad extra de cinco puntos básicos (cien puntos básicos equivalen a un punto porcentual).
Pero ¿qué ocurrió en los momentos críticos que ha vivido el índice en la última década? ¿Cómo de barato se pagaba el Ibex y hasta dónde subió el rendimiento de sus pagos?
Si echamos la vista atrás hasta caídas emblemáticas en la historia del indicador, la primera fecha que llama la atención es el 9 de marzo de 2009. El índice cotizaba en mínimos de 2003 medio año después de la quiebra de Lehman Brothers. Lo hacía a un PER que no ha vuelto a verse desde entonces -de 7,9 veces- y con una rentabilidad por dividendo a 12 meses del 9% (a finales de ese mismo mes se dispararía al 10,5%, un nivel que ya no se ha repetido).
Ese mínimo del Ibex se producía seis meses después del hundimiento, el 15 de septiembre de 2008, de uno de los mayores bancos de inversión de Estados Unidos, arrastrado por la crisis de las subprime. El índice español cerraría 2008 con un desplome superior al 39% (la mayor caída anual de su historia) y en 2009 la crisis se agudizaría, con el aumento del paro y la revisión a la baja de los resultados empresariales, lo que abocaría al selectivo a esos mínimos en marzo.
El 26 de julio de 2012 es otra de las fechas que están grabadas a fuego en la mente de los inversores. Fue entonces cuando Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) pronunció aquel "Whatever it takes": "El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro y, créanme, será suficiente", aseveró el banquero italiano. Una afirmación que funcionó como bálsamo para el mercado y que permitió al Ibex anotarse un 6% esa misma sesión. Aquello fue un balón de oxígeno para un índice que solo dos días antes había tocado un suelo de nueve años en los 5.956 enteros; en ese nivel, sus títulos se negociaban a un PER de 10 veces y ofrecían una rentabilidad por dividendo del 7,8%.
Otro de los grandes sobresaltos del mercado se vivió en un mes de agosto de 2015 que se esperaba tranquilo y que se convirtió en un auténtico quebradero de cabeza para los inversores. En la semana del 10 de agosto, el Gobierno chino realizó tres devaluaciones consecutivas del yuan, rompiendo un periodo de apreciaciones que duraba ya una década y dejando a su divisa cotizando un 2,8% más abajo frente al dólar.
Las devaluaciones, junto a la debilidad de la economía china y al desplome del petróleo no se trasladaron de forma rotunda a las bolsas hasta dos semanas después. El 24 de agosto se considera ya un lunes negro, con los índices de todo el mundo desplomándose y el Ibex dejándose cerca de un 5%. La caída disparó el rendimiento de la retribución del selectivo hasta el 5,9% y abarató su PER hasta las 14,7 veces desde las 16 veces del mes anterior.
Pero el mercado todavía tendría que digerir una noticia peor. El viernes 24 de junio de 2016, el Ibex se desplomaba más de un 12% después de que el día anterior los británicos votasen sí a la salida de la Unión Europea. Las pérdidas por el Brexit, aunque más moderadas, se prolongaron el lunes siguiente, dejando al índice en los 7.646 puntos, con una rentabilidad por dividendo del 5% y un PER de 14,3 veces.
Volviendo al momento actual, lo cierto es que las caídas que se están viviendo en el parqué hostigan más a unos valores que a otros. Tiene sentido que entre las más bajistas del año encontremos precisamente las rentabilidades por dividendo más atractivas. Como la de Santander, que se deja en torno a un 24% este ejercicio y cuyos pagos permiten embolsarse un 6,3% en 2020. Al igual que ella (aunque sin gozar de la recomendación de compra que recibe el banco), también superarán, según las previsiones, la barrera del 6% en 2020 Mediaset, Endesa, Mapfre, Enagás, Sabadell, Dia, Bankia, Telefonica, BBVA, Repsol y CaixaBank. Está por ver hasta qué punto estos pagos son creíbles, con Dia, por poner un ejemplo, atravesando su crisis particular, BBVA penalizada por su negocio turco y Mediaset afrontando el frenazo en la inversión publicitaria.