El año bursátil comenzó con alegría en los principales mercados del mundo, al menos, hasta la primera semana de febrero. A partir de ahí, una corrección iniciada por los valores tecnológicos estadounidenses, el inicio de una guerra comercial entre las dos principales potencias del mundo, una coalición de gobierno antieuropea en Italia y ahora la crisis turca, han llevado a la bolsa europea a uno de sus ejercicios más difíciles de los últimos años. Pese a que el Stoxx 600 sólo se deja 2 puntos porcentuales desde el primero de enero, de cerrar así el año sería el peor desde 2011.
Todas estas fuentes de incertidumbre, a las que hay que sumar las dudas del Banco Central Europeo en torno a la planificación del fin del QE, han restado atractivo al mercado de renta variable en el Viejo Continente.