Celos, despechos, traiciones, infidelidades... Al culebrón corporativo que están protagonizando los grandes grupos mediáticos y de telecomunicaciones de Estados Unidos no le falta ningún ingrediente. Y en el reparto de papeles, el de triunfador lo está asumiendo Comcast, cuyas acciones repuntan más de un 5% en bolsa desde que el miércoles entró en la puja por los contenidos de entretenimiento de Twenty First Century Fox, el reino del magnate Ruper Murdoch.
Los analistas elevan su precio objetivo, de media, a los 43,7 dólares, hasta donde los títulos de la cablera norteamericana tienen un potencial alcista del 30%. De hecho, un 74% de los expertos que siguen su cotización recomienda actualmente comprarlos. Una confianza que la mayoría de ellos ha reiterado desde que Comcast puso sobre la mesa una oferta de 65.000 millones de dólares, una cifra un 20% mayor a los 52.400 millones con los que Disney había convencido a Murdoch previamente.
La compañía estaba obligada a moverse después de que la fusión entre AT&T y Time Warner recibiera la aprobación de las autoridades de Estados Unidos esta misma semana y lo hizo con cierta retranca, acompañando su oferta de un comunicado en el que su consejero delegado afirmaba estar "decepcionado" con el dueño de Fox por haberse comprometido con Disney. Ahora este debe decidir si rompe con esta última, que, eso sí, podría contratacar, y si abre la subasta, que es el escenario que está cotizando en mercado.
Los viejos colosos de las telecomunicaciones están obligados a presentar ofertas integradas –conexión y contenido– ante el terreno ganado en los últimos por las nuevas plataformas online, como Netflix y, ahora también, Amazon, que están invirtiendo grandes cantidades de dinero para incluir nuevas producciones.