Una de las grandes ventajas de dedicarse a la salud, financieramente hablando, es que es un bien inelástico y, por tanto, por mucho que varíe el precio no disminuye la demanda. Por ello, este sector suele ser uno de los grandes favoritos entre las firmas de inversión.
A este respecto, que la salud sea un lucrativo negocio genera una competencia feroz entre las compañías que se dedican a ello y, en este punto, ser la primera en algo es primordial. Aquí es donde entra en juego el controvertido tema de las patentes. Una patente farmacéutica es el derecho de uso exclusivo del titular sobre un producto o tecnología por un periodo de 20 años. En este sentido, las patentes son polémicas ya que no son pocas las voces que alertan de cómo limitan el acceso al derecho a la salud. Prueba de esto es el 'Sovaldi' de Gilead, para el tratamiento de la hepatitis C y cuyo coste, dependiendo del país, puede superar los 80.000 dólares.