El director financiero de una compañía cuyo negocio está diametralmente opuesto al de Amazon me decía hace días: "Lo de la disrupción nos va a afectar a todos. Es como la escena de la Vida de Brian en la que el centurión romano pregunta a los presos, de uno en uno, sobre su destino. Todos van eligiendo crucifixión. El centurión les responde a cada uno, bien salga por favor por esa puerta a la izquierda... una cruz por persona".
La crucifixión puede que llegue a todos los sectores, pero en el que parece que es evidente que se ha instalado para sufrir de verdad es en el de la distribución. Solo hace falta reflexionar sobre la debilidad que muestra la querida por muchos inversores Inditex desde junio. Pero si hay una valor que dentro de todos los que se han llevado un mandoble en pleno Catalexit ese es Dia, y eso que es una de las pocas distribuidoras que tiene un acuerdo en vigor con Amazon para frescos.
Sus títulos se han independizado de cualquier recomendación de mercado, y ni siquiera les vale de crédito que sean uno de los valores del actual Eco10 Stoxx, el índice de ideas de inversión de calidad del mercado español, construido por el mayor consenso del mercado.
Desde finales de julio, el título se ha desplomado desde los 6 euros que llegó alcanzar, cuando se conoció la intención del magnate Mikhail Fridman, el segundo hombre más rico de Rusia, de adquirir el 10 por ciento del capital, hasta los 4,4 euros. Lo llamativo de todo esto es que meses después, al parecer no se oye mucho ruso en la sede de Dia, y el holding de Fridman todavía no ha pedido los dos puestos en el consejo que le corresponden.
Entre medias los directivos de la compañía no han apoyado al título, legítimamente han anunciado que venden acciones. El principal, su consejero delegado, Ricardo Currás, que ha recortado su participación en la compañía al nivel más bajo desde diciembre de 2014, cuando el título superaba los 5,5 euros. Quizás Currás especule otra vez correc- tamente con sus acciones y vuelva a entrar en 4,25 euros, donde la cadena de distribución encontró suelo a final de 2016.
Aunque el mejor mensaje para detener la sangría es lo que puedan hacer las hordas de buitres que antes sobrevolaban Dia y ahora la descuartizan, aunque se han reducido del 25 por ciento de julio a menos del 18. Las posiciones cortas se acentuaron diez puntos porcentuales entre marzo y agosto avivadas por la expectativa de que en Dia llegará un profit warning, como pasó en Casino o anunció en pleno verano el nuevo presidente de Carrefour, Alexandre Bompard, en una operación que tiene mucho aspecto de limpiar sentinas.
De momento habrá que seguir esperando el profit que nunca llega, y que los excelentes márgenes del pasado no desaparezcan. Para confiar en la compañía habrá que aplicarse lo de Monty Python, La vida es una risa y la muerte una broma... mira siempre el lado bueno de cada Dia.