En los últimos años ha aumentado la conciencia social en lo referente a la salud mental de los trabajadores, en sentido amplio, y no entendido únicamente como ausencia de enfermedades mentales sino incluyendo dentro de este concepto el bienestar y la seguridad que se derivan de unas buenas condiciones de trabajo.
Las necesidades para una buena salud mental las podemos situar en una pirámide. Desde las más básicas, en la base de la misma, que incluirían unas condiciones de salubridad y seguridad. Subiendo se encontrarían unas condiciones económicas que permitieran la subsistencia de la familia. La generación de recursos suficientes que permitan disponer de un tiempo de ocio y de descanso adecuados para el desarrollo personal. La relación con los colegas, compartir y ser reconocido. Posibilidades de desarrollo profesional, ascender y ocupar puestos con mayores responsabilidades. En lo más alto de la pirámide encontraríamos la posibilidad de trascender, de impactar positivamente en la sociedad y generando un alto grado de satisfacción, a través del propósito.