El año llega a su fin y, si toca hacer balance de qué ha ocurrido en el mercado durante este ejercicio, los bancos centrales resaltan siempre como uno de los grandes protagonistas. Y es que la normalización de las políticas monetarias ha irrumpido en 2016: la Reserva Federal estadounidense (Fed) subió los tipos de interés en diciembre de 2015, a pocas sesiones de arrancar el nuevo año, un movimiento que no se veía desde el año 2008, antes de que la crisis financiera mostrase todos los estragos que iba a generar en el mundo. Un año después, el 14 de diciembre de 2016, la entidad repitió el movimiento, confirmando que la subida de tipos ya es una tendencia, al anticipar además otros tres incrementos en el precio del dinero para el año 2017. Por su parte, si bien el Banco Central Europeo (BCE) ha ampliado en diciembre su programa de estímulos, lo ha hecho de una forma poco ortodoxa, que puede hacer pensar que su final está próximo. De hecho, muchos expertos ya empiezan a valorar la primera subida de tipos en Europa desde la crisis, y algunos apuntan al año 2018.
No hay que olvidar que el cambio de rumbo en las políticas de los principales bancos centrales del planeta es muy significativo, teniendo en cuenta que, desde la crisis, su peso en el mercado ha sido mayúsculo, tomando las riendas con programas de estímulos y tipos de interés en los niveles más bajos de la historia, para tratar de fomentar el crecimiento de la inflación y de la economía.