El FMI plantea retrasar hasta septiembre de 2016 incluir a su divisa en su cesta, lo que podría dar un vuelco a la estrategia de Pekín de abrir su mercado al mundo.
El gigante asiático quiere convertirse en gigante global. Ha pasado décadas en el ostracismo de un país emergente con vocación de potencia mundial sin rechistar. Aceptando su papel de actor secundario y ganando aliados e influencia a base de acuerdos comerciales y, sobretodo, financiando al mundo occidental. Ha sido un trabajo largo y duro, pero ha servido para situar al país en una posición ventajosa para reclamar su posición de potencia mundial.
Uno de los principales objetivos de las autoridades chinas es situar su divisa dentro de la cesta de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI). De esta forma podrán dar el salto para convertir al yuan en una verdadera moneda de reserva para los bancos centrales de todo el mundo. Por este motivo está presionando a la institución para conseguir que incorpore a su divisa a una cesta que está formada actualmente por el dólar, con el 41,9%; el euro, con el 37,4%; la libra, con el 11,3% y, finalmente, el yen, que tiene un peso del 9,4%.
El FMI revisa cada cinco años su cesta de divisas, y este año, en diciembre, toca una nueva revisión, lo que puso en marcha la maquinaria diplomática y política de Pekín. Hasta la semana pasada, parecía que el objetivo de incorporar al yuan a los DEG estaba bien encaminada, pero las últimas noticias, conocidas en la madrugada de ayer, cambian esta sensación. El FMI pretende posponer la aceptación del yuan hasta el 30 de septiembre de 2016, esto es, nueve meses más tarde de lo que pretendía China.
Siddharth Tiwari, director del Departamento de Estrategia y Política de la institución, justificó esta decisión "en respuesta a a las opiniones de los países miembros del FMI sobre la conveniencia de evitar cambios en la cesta al final del año de calendario y permitir a los usuarios ajustarse a una potencial modificación en esta si se decidiera incluir el yuan".
Sin embargo, esta decisión no garantiza la incorporación del yuan a la cesta de los DEG, ni tampoco marca una fecha límite en el calendario. Los directores del FMI serán los que determinen cuándo y, en su caso, con qué ponderación incorporan a la divisa.
Las dos condiciones que tiene que cumplir una moneda para que sea aceptada en la cesta del Fondo son dos. En primer lugar, tener un peso importante en el comercio muncial, criterio que cumple el yuan a la perfección y, en segundo, que se pueda "utlizar libremente". Es aquí donde el yuan genera más dudas, ya que la divisa está anclada al dólar con una banda de fluctuación del 2%, esto es, un sistema de flotación sucia.
Para cumplir esta condición, China se había esforzado por dar los pasos decisivos que abriesen su mercado y su divisa al mundo. Entre ellos se encuentra la apertura del Shanghái-Hong Kong Stock Connect, que permite a las casas de brokeraje extranjeras comprar libremente acciones de la clase A en la Bolsa de Shanghái. Este proceso de apertura al inversor foráneo tuvo una buena parte de la culpa de la burbuja que se formó entre noviembre y junio en el mercado del país, el índice Shanghái Composite se disparó en este periodo un 115%.
Ahora, con la propuesta del FMI de retrasar la inclusión del yuan en su cesta de divisas, las autoridades de China podrían decidir retrasar la apertura del mercado.