El FMI plantea retrasar hasta septiembre de 2016 incluir a su divisa en su cesta, lo que podría dar un vuelco a la estrategia de Pekín de abrir su mercado al mundo.
El gigante asiático quiere convertirse en gigante global. Ha pasado décadas en el ostracismo de un país emergente con vocación de potencia mundial sin rechistar. Aceptando su papel de actor secundario y ganando aliados e influencia a base de acuerdos comerciales y, sobretodo, financiando al mundo occidental. Ha sido un trabajo largo y duro, pero ha servido para situar al país en una posición ventajosa para reclamar su posición de potencia mundial.