En Navidad, los niños y niñas catalanes le pegan con un palo a un tronco llamado "Tió de Nadal", que han alimentado durante la última parte del año, para luego descubrir bajo la manta que lo recubre si ha "defecado" dulces y golosinas, si bien es cierto que en los últimos tiempos el Tió de Nadal ya se parece mucho a la tradición del árbol de Navidad y los regalos han dejado de ser solamente chucherías, barquillos y turrones, diciéndoles a los peques que dependiendo de su comportamiento durante el año esos regalos serán más o menos bonitos.
Pues bien, me parece que después del rebote 'fácil' que hemos vivido en las bolsas durante este caluroso verano y haber asistido durante las últimas sesiones a una corrección del mismo (Acción - Reacción), llega la hora de la verdad y, dependiendo de lo que suceda ahora en los índices de ambos lados del Atlántico, obtendremos una información muy valiosa sobre si este año el Tió nos va a cagar dulces y golosinas o aparecerá el paje Carbonilla con su temido carbón.