La sesión de investidura que empezó el sábado y acabó ayer se desarrolló sin sorpresas y con un triunfador. Bueno, en realidad dos: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El socialista logró este martes apoyos suficientes para ser investido presidente de España en un Gobierno de coalición que el PSOE compartirá con Unidas Podemos, que tendrá al líder morado como vicepresidente. Pero no todo el monte es orégano: la exigua victoria de los socialistas, por solo dos votos, deja a Sánchez con escaso margen de maniobra de gobernabilidad y a merced de lo que deseen sus aliados, en particular ERC y EH Bildu, agentes clave para que se mantenga en Moncloa. Finalmente, la votación se ha resuelto como se esperaba: 167 síes y 18 abstenciones contra 165 noes. Es decir, que con un solo voto a favor que se hubiese pasado al bando negativo hubiera embarrancado la investidura. De ahí los nervios del Grupo Socialista, que incluso obligado a los suyos a firmar una hoja de asistencia para tener confirmación de su presencia. Durante la breve intervención que protagonizó el socialista ayer –el reglamento establecía que solo podía disponer de 10 minutos—, explicó que se "extenderán derechos" en materia educativa o sanitaria, entre otras, unas medidas que, a su juicio, "no debe incomodar a nadie", incluidos los "conservadores", porque ellos también tienen hijos que estudian o que usan la sanidad pública. De hecho, el acuerdo firmado con Unidas Podemos prevé que el gasto en ambas áreas crezca, como mínimo, en un punto del PIB. Además, Sánchez insistió en que no habrá "distinción ideológica" entre los beneficiados por "el nuevo modelo energético" que tiene previsto el futuro Ejecutivo, ni tampoco por la mayor atención que, según ha señalado, se dará a las zonas en riesgo de despoblación. En el marco económico, Sánchez, limitó al 0,5 por ciento de los contribuyentes, "uno de cada 200", el alcance de la anunciada subida del IRPF pactada entre PSOE y Unidas Podemos, y aseguró que "no hay que suponer que todos los afectados rehusen a contribuir de manera solidaria a las arcas públicas". Admitió que "algunos de los españoles, de los más acaudalados, van a tener que contribuir un poquito más al bienestar, pagando más impuestos, pero eso es algo que solo afectará a uno de cada 200 contribuyentes", reiteró. Y más en una situación en al que el salario mínimo interprofesional (SMI) "se va a subir hasta niveles más decorosos".Se reafirmó en su intención de derogar la reforma laboral de Mariano Rajoy. "Atajaremos en la medida de lo posible la precariedad que sufren muchos trabajadores, pero eso no perjudica a nadie", explicó. "Menos aún a los empresarios, que, en su gran mayoría, basan la productividad de sus empresas en la innovación, en la formación, y en la motivación, que es lo que precisamente vamos a fomentar".Recabar apoyosPara poder llevar a cabo todas estas medidas puestas sobre la mesa –incluida la polémica mesa de negociación con la Generalitat de Cataluña, cuyos acuerdos la ciudadanía catalana ratificará en una suerte de referéndumo o consulta–, igual que cualquier proyecto legislativo, el PSOE y Unidas Podemos –los socios de la coalición–van a necesitar recabar todos y cada uno de los apoyos que han necesitado para la investidura. Lograr completar esos apoyos va a suponer un importante dolor de cabeza, como ha quedado demostrado en la última legislatura. De ahí que la gobernabilidad vaya a ser un duro hueso de roer para un Ejecutivo progresista, cuyo primer reto está claro: los próximo Presupuestos Generales del Estado. Sin embargo, para poder tramitarlos van a tener que cumplirse los deseos de tpdas las formaciones aliadas de la investidura. De hecho, como ha contado este periódico, voces desde Ferraz ya están haciendo los cálculos de cuánto les costará superar la barrera de ERC. Se considera que el precio de su respaldo sea tanto político como económico. Esperan que con un cambio en el Estatut de Cataluña –de manera que se reconozca a la comunidad autónoma como una nación dentro de otra nación– y con la concesión de infraestructuras en la región. Sin embargo, queda por ver si el resto de las formaciones, incluida EH Bildu, se conforman con el precio pactado en los acuerdos con los socialistas para la investidura o lo subirán cuando llegue el momento. De nuevo, las palabras más gruesas han venido del lado de la derecha. "Lo que hoy se somete a votación no es lo que eligieron los españoles en las urnas, sino exactamente lo contrario. Mintió sabiendo que si decía la verdad perdería las elecciones", dijo Pablo Casado, líder del Partido Popular, en su intervención. Aseguró que el jefe del Ejecutivo se ha convertido en "el caballo de Troya" que meterá en el Gobierno de España a los que "se han conjurado para destruirla". Opinó que lo que se ha visto estos días de debate en el hemiciclo "da miedo". Mientras, Santiago Abascal, presidente de Vox, tildó de "ilegítimo" el Gobierno de coalición que presidirá Pedro Sánchez, que aseguró es fruto de "la mentira y la traición" y cuenta con "el beneplácito" de la organización terrorista vasca, ya disuelta, ETA.