Prueba del Range Rover Velar D300: la verdadera sorpresa SUV del año
Jorge Arenas
El inagotable segmento de los todocamino ha dado para mucho este 2017. Pero lo que hoy tenemos entre manos no es 'más de lo mismo'. De hecho, está muy lejos de serlo. El nuevo Range Rover Velar es el auténtico SUV revelación.
La historia de Range Rover es extensa. Esta submarca de Land Rover dio sus primeros pasos en 1970, cuando lanzó al mercado un auténtico todoterreno de 3 puertas, eso sí, nada espartano en sus acabados y con un motor V8 bajo el capó que aportaba potencia, finura y un cambio de cuatro velocidades de tacto exquisito. Nada que ver con su antecesor el Defender, que hasta ese momento era la cara reconocible de la firma británica y que anteponía la rudeza y las cualidades puramente 'offroad' a todo lo demás.
Esta primera generación fue muy longeva, con nada menos que 26 años de continuidad en el mercado. Tras ella, llegaron la segunda, la tercera y la cuarta, cada vez mejores, siempre sentando las bases de lo que los británicos entendían como un buen TT de lujo. Y así hasta hace dos días como quien dice, que fue cuando Range Rover decidió ampliar su gama, primero con la llegada del Evoque y ahora con el Velar. Por cierto, que 'Velar' es precisamente el nombre que recibían los prototipos y modelos preserie de aquel primer Range Rover, que ya se movían entre los años 1968 y 1969 por las carreteras y caminos de medio mundo haciendo sus recorridos de pruebas.
Hecha esta introducción, toca hablar del posicionamiento del Range Rover Velar. ¿Qué lugar ocupa en la marca este llamativo SUV/TT? Por dimensiones y precio se sitúa entre el Evoque y el Range Rover Sport, más cerca si acaso del segundo. Por pretensiones, probablemente su idea sea hacer sombra a los todocaminos de corte coupé de marcas premium alemanas, tipo BMW X6 y Mercedes-Benz GLE Coupé. En cualquier caso, lo primero que queda claro es que es un modelo muy atractivo y con personalidad, que parece abrir un nuevo lenguaje estético dentro de la marca.
Tras sus 4,8 metros de longitud se esconde una carrocería majestuosa en términos de diseño, que no de tamaño (es algo más pequeño que un Range Sport). ¿A quién pueden dejar indiferente esas líneas? A mi, desde luego, no. Y eso que no soy precisamente defensor de las siluetas tipo SUV. Esos trazos redondeados y agresivos a la vez, esa línea de cintura tan bien definida, esa zaga tan peculiar… En definitiva, esa forma de resolver el diseño con tanta elegancia, rompiendo a la vez todos los esquemas tradicionales de Range Rover, sencillamente me parece un gran acierto. Y tengo claro que no soy el único, pues durante los días que he tenido el coche en mis manos, han sido muchos los que se han acercado a él con curiosidad, preguntando y alabando sus líneas.
El verdadero significado de la palabra 'premium'
Si por fuera gusta este Range Rover, por dentro está incluso mejor resuelto. El salpicadero, la consola, las puertas, el techo, los asientos…. Todo está envuelto en pieles y materiales de muy buena calidad al tacto y a la vista. Aunque lo más llamativo es, sin duda, el despliegue de pantallas que tiene el conductor a su alcance. La primera, en el tablero de instrumentos (totalmente digital, de 12,3 pulgadas); las otras dos, en la parte superior y media de la consola central, ambas de 10 pulgadas en integradas en un panel negro con aspecto acristalado, que incluye funciones táctiles y unos gráficos con muy buena definición. Este es uno de los puntos que dejan a la vista la modernidad y la tecnología que son señas de identidad en el nuevo Velar. Probablemente, este Range Rover sea la avanzadilla del diseño interior que vendrá en los modelos de nueva hornada. Desde luego, la sensación visual al ir sentado a bordo no puede ser mejor.
El volante, también cuidadosamente diseñado y recubierto de pieles nobles, cuenta con superficies táctiles para manejar sistemas como el control de crucero, la calefacción del propio volante o el sistema de infotainment. No son botones al uso, sino pequeñas superficies que ceden al recibir la pulsación de los dedos, con un feedback táctil y acústico muy agradable. Quizá sea en estos pequeños detalles donde se encuentre realmente el sentido al término premium, ya que son pocas las marcas que se tomen tantas molestias a la hora de definir algo que suele pasar desapercibido y que, simplemente, cumple una función práctica.
Por lo demás, el habitáculo del Velar es un remanso de paz en el que todos sus ocupantes (cinco) viajan con silencio de marcha y con un tacto de chasis que combina dinamismo y confort a partes iguales. En este sentido es menos cómodo que un Range Rover normal, pero a cambio ganamos en aplomo y en precisión en carretera.
La conducción offroad queda en manos del sistema Terrain Response 2, que se maneja desde la pantalla inferior de la consola y cuyos modos de conducción (dynamic, eco, confort, hierba/gravilla/nieve, barro/roderas y arena) permiten adaptarse a casi cualquier situación que se ponga por delante. Al fin y al cabo, no deja de llevar la génetica Land Rover en sus venas. Eso sí, las llantas de 22 pulgadas que monta nuestra unidad de pruebas no son lo más adecuado para entornos camperos. Que tome nota quien pretenda hacer un uso mixto con su Velar, ya que aunque a la vista queden realmente bien y muy proporcionadas con la carrocería, lo cierto es que no tiene por qué ser una opción acertada.
En cuanto a habitabilidad, en las dos filas de asientos se viaja a gusto y el maletero, con 673 litros, ofrece un volumen realmente generoso. Sin embargo, la sensación es algo menor que lo que dicen las cifras. Quizá sean la formas de la carrocería, con esa caída del techo en la parte trasera, entre otras cosas, las culpables de que los 4,8 metros de longitud y la amplísima zona de carga no cundan tanto como pudiera parecer. En cualquier caso, no deja de ser un coche práctico y versátil para la vida de ocio y en familia. Simplemente, al no tener esas formas cuadradas típicas de los Range Rover de siempre, se pierde algún punto en aprovechamiento del espacio. Sin más.
Con una dinámica notable
Bajo el capó del Range Rover Velar 300D se esconde un motor diésel de 6 cilindros en V, con 300 CV y 700 Nm de par, que, si bien no es el más potente de la gama (ocupa el segundo escalón, tras el gasolina de 380 CV), sí apunta a ser el más contundente en su respuesta por la mayor cifra de par y, sobre todo, por su entrega lineal desde regímenes muy bajos. El empuje es sobresaliente, las prestaciones quedan firmadas por una punta de 241 km/h y un 0 a 100 km/h de 6,5 segundos, y el consumo, con 6,4 l/100 km oficiales, dista mucho de los 9,4 litros del P380 y de los 7,8 litros del P300, ambos de gasolina.
Este motor, por cierto, se asocia a una caja de cambios automática de 8 velocidades y un tacto muy bueno por su rapidez de respuesta y su suavidad en las transiciones entre marchas. Probablemente sea de lo mejorcito que hay en convertidores de par en el panorama actual, muy en línea con la Steptronic de 8 relaciones de BMW.
En el apartado dinámico, Land Rover ha querido transmitir esa idea de lujo y precisión al comportamiento del coche. El tacto del chasis tira a confortable, pero no como en los Range Rover de siempre. Aquí es diferente, ya que si bien la suspensión no es seca ni de lejos, sí contiene mejor los balanceos y hacer que el velar sea bastante más dinámico de lo habitual. Sus dos toneladas de peso, que son poco si se compara con sus rivales, pero mucho en términos absolutos a la hora de hablar de inercias y demás, apenas se notan una vez en marcha. El coche parece más ligero e invita a rodar a ritmo incluso ágil en autovías y en tramos con curvas de radio amplio. En zonas más reviradas ya cambia la cosa… En fin, para SUV deportivos ya está el Porsche Cayenne. El Velar responde a otra filosofía. Su idea es viajar con silencio, seguridad y mucha clase. Lo de marcar la vuelta rápida ya le interesa menos.
Un gran producto con un precio acorde
Llegados a este punto, la pregunta clave: ¿es suficientemente bueno el Velar como para pagar lo que cuesta? Con la unidad que hemos probado, es complicada de responder, porque estamos hablando de una factura que roza los 120.000 euros. Pero claro, el acabado First Edition, que sólo está disponible durante el primer año y asociado a los dos motores más potentes de la gama, viene cargado de artillería pesada en materia de equipamiento. En este caso, además, monta el paquete R-Dynamic, que sigue sumando Y eso se paga.
En cualquier caso, la gama parte de 60.250 euros con el motor diésel de 180 CV, cambio automático y cuatro ruedas motrices (todos los Velar tienen este tipo de transmisión y tracción). Entre el punto de partida y el punto más alto hay una amplia horquilla, ojo, siempre con precios elevados, pero creo que acordes a las circunstancias. El Velar es un coche realmente bien hecho, que incluso se ha ganado a pulso el título de referente de su segmento. Si hay clientes dispuestos a pagar cifras más elevadas por un Range Rover Sport, creo que la idea de hacerse con un Velar tiene incluso más sentido porque está en la cima de la tecnología y el diseño de Land Rover.
Lo más destacable
- diseño y calidad
- tacto de conducción
- ambiente 'premium' de verdad
Lo mejorable
- volumen del maletero no totalmente aprovechable por la forma del portón
- motor D300 algo ruidoso
- precio coherente pero elevado
FICHA TÉCNICA
Motor: turbodiésel, 6 cil, 2.993 cc cc
Potencia: 300 CV a 4.000 rpm
Par motor: 700 Nm a 1.500-1.750 rpm
Consumo mixto oficial: 6,4 l/100 km
Transmisión: automática, 8 velocidades
Maletero: 673 litros
Velocidad máxima: 241 km/h
Aceleración 0-100 km/h: 6,5 segundos
Precio: 119.400 euros