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La brecha digital más allá de la educación reglada
- Debate sobre la falta de competencias de los perfiles profesionales.
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España sigue teniendo una sobredemanda de profesionales de áreas STEM (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas) y, paradójicamente, el número de jóvenes que eligen estas titulaciones se estima que va a descender un 3,3% anual en los próximos cinco años, según el informe Flexibility de Randstad. El último Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) de la Comisión Europea señala que España está rezagada en el desarrollo de habilidades digitales básicas -decimoquinto puesto-, a pesar de ser la quinta economía más grande de la UE.
A falta de una reforma de calado del sistema educativo, todas las iniciativas en pro de reducir esta carencia son contribuidoras. De hecho, es reseñable que en los últimos cinco años, empresas privadas y agentes educativos hayan establecido una gran diversidad de modelos de colaboración para alinear la formación reglada con las necesidades del mercado, tales como cátedras en micro áreas tecnológicas o programas de formación dual en áreas emergentes.
Sin embargo, esta cuestión no debe considerarse solo desde el punto de vista de la educación reglada. Hay otra realidad: la tecnología ya no es simplemente un facilitador de procesos, sino que se ha convertido en la fuente de la ventaja competitiva en sí misma. El crecimiento exponencial de los últimos años ha engrandado la brecha dentro de las propias empresas, de la que estas son en gran medida responsables.A tenor de nuestros últimos estudios, un 33% de los empleados en España cree que sus competencias digitales ya están obsoletas o lo estarán en tres años, cifra que sube hasta casi el 50% si se avista a cinco años. Si se tiene en cuenta que casi la mitad de los empleados considera que los programas de formación que ofrece su empresa son "inútiles y aburridos", no es de extrañar que una buena parte invierta por su cuenta, con su propio dinero y tiempo, en mejorar sus habilidades digitales.
El riesgo de escatimar en formación es mayor para la empresa que para el trabajador. El 60% de los empleados están dispuestos a cambiar de trabajo si sienten que sus capacidades digitales se estancan y un 55% se plantearía cambiar a otra empresa que ofrezca un plan formativo mejor.
Tampoco debe adscribirse esta brecha a la exclusividad de las habilidades técnicas o hard del trabajador puesto que muchas se quedan obsoletas en un plazo de tiempo muy corto. El concepto de ser "empleado con competencias digitales" encarna también habilidades soft, es decir, habilidades interpersonales y de inteligencia emocional, que le permitan adaptarse a la velocidad de los cambios tecnológicos. Perfiles híbridos que tengan curiosidad por aprender y explorar tendencias, capacidad de innovar y de análisis, agilidad para desenvolverse bien ante las adversidades y trabajar de manera más colaborativa, se convierten en cualidades clave para potenciar el perfil digital.Para afrontar la brecha, es fundamental fortalecer el diálogo entre las empresas y las administraciones y organizaciones educativas. Además, las compañías necesitan replantear sus programas formativos como parte de su transformación cultural. Siete de cada diez empleados con talento digital prefieren unirse a firmas en las que impere una cultura de emprendimiento que promueva la agilidad y flexibilidad. En este sentido, las empresas deben tener en cuenta que, si no hay capacidad para experimentar, no sólo se resentirá la capacidad de innovación, sino también la de atraer y retener talento.
Elaborado por Arancha Torres, Vicepresidenta de Recursos Humanos, Capgemini España