¿Cómo ofrecer una atención personalizada en el aula?

Nos situamos ante un nuevo escenario educativo donde sabemos que el aprendizaje es un proceso dinámico, en el que la persona que aprende tiene todo que decir. Es el alumno el que asume una actitud y ejecuta el aprendizaje, incluso el que puede evaluarlo y tomar nuevas medidas. Es lo que hoy llamamos aprendizaje activo.

También sabemos que cada persona aprende de forma diferente. Existen tantos modos de aprender como alumnos pueden reunirse en un aula, en un curso o en un centro educativo. Hablamos de diversidad, social, escolar, en las aulas.

Todo nuevo escenario exige nuevas respuestas. El aprendizaje activo nos conduce necesariamente a modelos de enseñanza cada vez más abiertos y flexibles, capaces de responder con el mismo dinamismo con que lo hace el aprendizaje de nuestros alumnos. Mantiene cierto paralelismo con la capacidad de adaptación que nos ofrece la "arquitectura modular" a modo de símil aplicado al modelo de enseñanza-aprendizaje, un modelo donde la atención personalizada se ha convertido en uno de los grandes desafíos sin renunciar por ello a la atención que exige la "materia" que enseño. Personalizar es atraer al alumno, captar su interés por la "materia", despertar su inquietud, implicarlo en el conocimiento y en todo lo que se puede generar a partir de este: pensamiento, análisis, crítica, aportación, nuevas ideas, compromiso, etc.

Hablamos del trabajo por competencias que, desde esta nueva concepción de aprendizaje, nos conduce más allá de la acumulación de contenidos. Hoy, en las aulas, tenemos que saber de procesos de aprendizaje, poder identificar y evaluar los distintos modos de aprender y, lo más importante, actuar y asegurar el mejor resultado en cada uno de los alumnos.

Todo ello sólo es posible desde un nuevo punto de partida de la psicopedagogía, principal herramienta de la atención personalizada en el aula en una respuesta a:

­- La multidimensionalidad del aprendizaje: conocer, aplicar, inferir, tratar, generar, completar, enriquecer, aportar, etc.

­- El papel personal del alumno en el aprendizaje y la necesaria orientación a la "gestión del aprendizaje".

­- El valor de aprendizaje comunitario y el trabajo en equipo.

­- El resultado social y no sólo académico de la escuela. La necesaria alineación del currículum y el plan de convivencia en los centros educativos.

Reconozcamos que el primer paso de un docente es la motivación que despierta en él poder enseñar aquello que le apasiona y en lo que cree, su materia. Sin duda, es el mejor comienzo para despertar la motivación del alumno, pero no todo acaba ahí, solo comienza y pone en marcha el trabajo de la "arquitectura modular" en tres grandes pasos:

1. Conocer a cada uno de los alumnos, su manera particular de "aprender", sólo será posible desde el conocimiento psicopedagógico.

2. Hacerlo desde un espacio profesional compartido: tutores, especialistas, orientador, familia. El docente abandona la soledad del aula para pasar a un trabajo y responsabilidad común desde el trabajo en equipo en torno al aprendizaje del alumno, en una nueva dinámica de la actividad psicopedagógica.

3. Planificar la docencia desde la "ruptura" con la concepción cerrada de la programación y el sumatorio de las adaptaciones curriculares. Pasar a un trabajo diario de "repensar" la metodología de aula: desde la realidad grupal, pasando a los distintos perfiles de alumnos y llegando a la individualidad de cada uno de ellos, sin dejar de mirar el cambiante escenario educativo, hoy ha sido una realidad virtual, mañana no sabemos lo que será.

Sí, es posible ofrecer una atención personalizada en el aula, sólo hay que estar dispuestos a dar el salto al nuevo modelo educativo y entrar a formar parte de la nueva concepción y aportación de la actividad psicopedagógica.

Elaborado por María Teresa Andreu Hernández, directora del Máster en Psicopedagogía de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)