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La brecha de género en el área STEM
- El primero tiene su origen en la sociedad patriarcal y causa lo que llamamos segregación vertical
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Madrid,
El último informe de Científicas en Cifras publicado por el Ministerio de Ciencia e Innovación muestra que, en las universidades públicas, las mujeres representan un 24% del personal investigador en Ingeniería y Tecnología y un 34% en Ciencias Naturales. Además, menos del 25% del profesorado catedrático y de investigación, los puestos de mayor rango en universidades y OPIs, son mujeres. La infra-representación de las mujeres es aún más notable en los órganos de gobierno. Por ejemplo, solo el 8% de las universidades públicas españolas tienen una rectora. Finalmente, la tasa de éxito en el acceso a la financiación pública de la investigación es superior en proyectos donde los hombres son investigadores principales.
Los factores detrás de la menor presencia de mujeres en las ciencias STEM se pueden clasificar en dos tipos. El primero tiene su origen en la sociedad patriarcal y causa lo que llamamos segregación vertical. Aquí se incluyen elementos como la desigualdad en la conciliación familiar y en el reparto de tareas domésticas, peores condiciones laborales, la brecha salarial, el techo de cristal o el síndrome del impostor en mujeres ocupando puestos altos. Estos factores, unidos a la inestabilidad laboral de la carrera investigadora, hacen que los peldaños de la escalera de ascenso en la carrera científica tengan una altura mayor para las mujeres, lo que resulta en el abandono gradual a medida que se sube de rango.
El segundo tipo es endémico del mundo científico y tecnológico, y causa lo que llamamos segregación horizontal. Estos factores explican por qué las mujeres se sienten menos atraídas por carreras científicas. Entre ellos, los estereotipos de género juegan un papel muy importante, siendo los masculinos más cercanos a lo que se establece como buenas aptitudes para la carrera científica. Los estereotipos se transmiten en la familia, los juguetes, los compañeros, los medios de comunicación o la escuela, y actúan desde una edad muy temprana. Un estudio publicado en la revista Science en 2017 muestra que, a partir de los 6 años, las niñas se sienten menos capacitadas para resolver problemas que son difíciles. Los estereotipos generan sesgos inconscientes que nos hacen asociar de forma implícita a la ciencia con el género masculino, dificultando el acceso de mujeres a las carreras científicas. Esto se conoce como el efecto John-Jennifer. En un experimento realizado en varias universidades norteamericanas se pidió evaluar dos CVs idénticos, que solo se diferenciaban en el nombre y sexo de los candidatos (John y Jennifer). Tanto profesores como profesoras participantes en la evaluación eligieron mayoritariamente a John y le ofrecieron un trabajo mejor y más salario. Asimismo, la ausencia de modelos femeninos en ciencia tiene también un impacto notable. Cada vez más, y gracias a iniciativas como la del Día de la Niña y la Mujer en la Ciencia, damos visibilidad a las mujeres científicas. Pero casi siempre nos centramos en modelos como Marie Curie u otras científicas realmente sobresalientes. Sin embargo, es importante visibilizar también a ejemplos más cercanos con los que las niñas y mujeres se puedan sentir identificadas. Por ejemplo, hay estudios que muestran que hijas de padres científicos, tienen una mayor tendencia a dedicarse a la ciencia. Debemos transmitir que, para tener una carrera científica de éxito, no hace falta ser Marie Curie, del mismo modo que no hace falta ser Einstein.
Elaborado por Isabel Guillamón Gómez, Profesora Contratada Doctora en el Departamento de Física de la Materia Condensada de la Universidad Autónoma de Madrid