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Síndrome 'Burnout': El profesorado acusa el estrés emocional por la pandemia, pero ¿y a ellos quién les motiva?

  • La OMS ha reconocido esta patología como enfermedad laboral
  • En 2019, España era el tercer país europeo con más estrés laboral

Isabel M. Gaspar

Fue en 1974 cuando el conocido como síndrome de Burnout, un trastorno de agotamiento crónico, fue descrito por el psiquiatra Herbert Freudenberger. 45 años después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha reconocido como una enfermedad asociada al empleo o al desempleo (figurará en la próxima Clasificación Internacional de Enfermedades a partir de 2022). Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2019, España era el tercer país europeo con más estrés laboral, con unos niveles cercanos al 60% de los trabajadores.

En este contexto, uno de los colectivos que más está sufriendo a nivel emocional la pandemia es el profesorado. Como explica Noemy Martín, profesora del Grado en Psicología de la Universidad Francisco de Vitoria y miembro investigador del equipo de Psicología del Trabajo y las Organizaciones, "ya llevamos casi un año en los que los estresores emocionales e interpersonales forman parte del día a día cotidiano del profesor. Estresores que no vienen dados solo por la situación de la pandemia en sí, sino por cómo ésta ha afectado a la actividad cotidiana, a las tareas, a la organización y estructuras, y sobre todo a la interacción profesor-alumno".

A este respecto, Ana Gómez Soares, profesora de inglés de Educación Infantil en un centro de Madrid, indica que "muchas veces mi cuerpo está en constante tensión mientras doy clase, y eso pasa factura. El cansancio, la irritabilidad y el propio estrés han aumentado este curso y eso se traduce a veces en cambios de humor, falta de motivación, días de cansancio extremo...".

Y es que si trabajar con niños y niñas ya puede ser una labor estresante, ahora se suman las precauciones debido a la COVID-19: que no se quiten las mascarillas, que mantengan las distancias, que no compartan los material, que se laven las manos y se las desinfecten de forma habitual...

Además, "la situación de pandemia ha aumentado la despersonalización al impartir las clases online a través de una cámara sin el contacto con el alumnado. También el cansancio emocional, no solo por las peculiaridades propias de la pandemia, sino por todo este cambio y la nueva adaptación, así como el sentimiento de sentirse poco realizado al no poder desempeñar nuestro trabajo de forma natural y cercana", sostiene la doctora Lucía Ramírez Baena, profesora en el Centro Universitario de Enfermería de Cruz Roja, de la Universidad de Sevilla.

"Otro problema es que las bajas docentes son mayores debido a que hay profesores contagiados, en cuarentena o en cuarentena sus hijos. Estas bajas no son cubiertas y generan mucho estrés porque no hay personal suficiente para atender a todos los alumnos", añade Sonia García Gómez, secretaria de Comunicación de ANPE.

Crisis digital

La crisis desatada por el coronavirus, ha evidenciado la falta de preparación de muchos centros en materia de digitalización, lo que ha incrementado el estrés en el personal docente. Según se desprende del informe Transformación sectorial. Hacia un futuro más digital, publicado por la consultora Making Science, aunque existen cada vez más centros educativos y titulaciones que imparten sus programas exclusivamente online, estos suponían solamente entre un 18% y un 20% del total en España y en el conjunto de Europa hasta antes del inicio de la pandemia.

Precisamente, por el avance en digitalización que ha llevado a cabo su centro Carmen María Rodríguez, profesora de filosofía de ESO y Bachillerato en Villafranca de los Barros (Badajoz) se siente "afortunada. En el centro ya llevamos 5 años apostando por la digitalización educativa lo que nos ha permitido, sin perder la esencia del cuidado de la educación completa del alumno, adaptarnos tecnológicamente al confinamiento y a los períodos online. La formación tanto de profesores como de alumnos, junto a las ganas de trabajar de todos y a la implicación de las familias, nos ha permitido enfrentar con éxito esta tarea".

A la escasa digitalización del sistema educativo, el informe de Making Science suma la falta de apoyo a los profesores, que necesitan herramientas que se adapten a la nueva situación de entorno online y que, además, permitan la interacción entre los alumnos y establezcan una red de relaciones beneficiosas para todos. "No solo se han de tener en cuenta las dificultades técnicas propias de la plataforma. La escasez de dispositivos o la obsolescencia de estos han dificultado la labor docente y el trabajo online entre el profesorado y su alumnado", indica Sonia García Gómez.

A este respecto, Ana Gómez apunta que "resulta estresante saber que muchas familias no disponen de los medios necesarios para poder teletrabajar en el caso de que se produzca un confinamiento. La brecha digital es palpable y en muchas ocasiones nuestro trabajo no abarca a todo el alumnado, algo que en pleno siglo XXI no debería ser un obstáculo pero, por desgracia, lo es". Desde UNICEF recalcan que en el tramo de ingresos más bajos (900 euros mensuales netos o menos), el 9,2% de los hogares con niños carecen de acceso a Internet, lo que representa cerca de 100.000 hogares.

Todos estos factores son impulsores del estrés que pueden concluir en el síndrome de profesorado quemado. Por ello, Noemy Martín recuerda que "las circunstancias no las podemos cambiar, así que lo primero sería la aceptación, y reducir las expectativas ante cuánto tiempo queda para que la situación se solucione". Además, recomienda "volver a conectar son el sentido de nuestra profesión, con el sentido que tiene cada una de las cosas que hacemos por el bien de nuestros alumnos. Conectar con ese papel de guía que somos para ellos, y que ahora es más necesario que nunca".

Por otro lado "cada vez se está demostrando más la eficacia de ciertas intervenciones basadas en la evidencia científica que prueban que el mindfulness, el ejercicio físico, la relajación, etc., suponen un beneficio y reducen significativamente el síndrome del profesor quemado. Pero está claro, que no solo hay que actuar sobre las variables personales, sino también, sobre las variables laborales que aseguren un buen entorno laboral, con una mayor flexibilidad en tiempos tan difíciles como los que corren ahora, dónde se cuide del profesorado y también del alumnado", arguye Lucía Ramírez Baena.

Por su parte, Carmen Rodríguez explica que "cada vez está más claro que en todos los ámbitos, no solo en el educativo, estamos viviendo en un entorno VUCA (del inglés volátil, incierto, complejo y ambiguo) y, ante ello, solo nos queda adaptarnos. Es hora de demostrarles a nuestros alumnos con nuestras acciones, emociones y palabras que, aquello que predicamos y les pedimos cada día, está en nosotros. Como decía Darwin, el factor más importante para la supervivencia no es la inteligencia ni la fortaleza, sino la adaptabilidad".