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Sonja Uhlmann: "Es nuestro deber velar para que los niños y niñas crezcan en entornos seguros y estables"

  • El coordinador de bienestar y protección conoce el centro educativo desde dentro

Carmen García
Madrid,

El año 2021 puede traer muchas novedades educativas. Una de ellas es que es probable que tenga lugar la aprobación de la ley de la protección a la infancia en el mes de febrero, cuyo punto principal es la creación de la figura de un coordinador de bienestar y protección, que será obligatorio en todos los centros educativos y de ocio. Sonja Uhlmann es la responsable de Protección de la Infancia en British Council y nos explica por qué esta institución ya había implantado esta figura tan relevante.

¿Por qué tiene lugar la aprobación de esta ley en febrero y no se aprobó antes?

¡Buena pregunta! Fue en 2010 (¡hace ya 10 años!) cuando el Comité de los Derechos del Niño recomendó por primera vez al Estado español poner en marcha los mecanismos para contar con una ley de estas características. Es una ley demandada y esperada por todos aquellos que diariamente luchamos contra la violencia y el abuso hacia los niños y niñas en España. Y, además, es una ley que han considerado prioritaria, urgente y necesaria las diferentes administraciones públicas que han gobernado desde entonces. Entender por qué aun así ha tardado tanto…nos lo preguntamos muchos. Pero, quedémonos con la parte positiva: es una de las leyes más consensuadas de nuestro país y en la que han participado y aportado su granito de arena un amplio espectro de actores de la sociedad civil. Y este consenso va a ser fundamental de cara a su implementación.

¿Qué función tiene el coordinador de bienestar y protección?

Es una figura crucial para que esta ley sea un éxito, ya que complementa la red de protección del menor ya existente de forma natural. Es aquella persona que conoce el centro educativo desde dentro: conoce su realidad, los riesgos potenciales a los que están expuestos cada uno de los niños y las niñas que acuden a ella. Es un miembro más de la comunidad educativa y, mejor que nadie, sabe prevenir y detectar -de forma precoz- situaciones de violencia relacionadas, no solamente con el propio centro, sino con el entorno familiar y comunitario.

No olvidemos que un menor pasa muchas horas en un colegio. Los profesores observan a menudo cambios de conducta bruscos: niños y niñas de repente retraídos o con alguna lesión. O incluso escuchan de primera mano testimonios de los propios menores indicando que sufren de violencia. Detectar estas situaciones de forma precoz y saber cómo actuar y a dónde acudir permitirá ahorrar mucho sufrimiento a los menores.

Además, esta figura pondrá en marcha y coordinará labores de sensibilización y prevención para evitar incluso que se lleguen a dar estas situaciones. ¿Conoces los dispositivos que alertan en el mar de un tsunami? Pues es algo parecido. Su objetivo es monitorizar que todo va bien y alertar cuando no es el caso. Y esto puede ser un factor decisivo para muchos niños y niñas.

¿Cuál es la figura equivalente a este nuevo coordinador en la actualidad?

No existe en España: así de simple. Existe en muchos otros países o entornos. En el Reino Unido se habla del "Safeguarding Lead", algo así como el que lidera dentro del cole la protección de la infancia. Y en el terreno deportivo hay grandes clubes como el Manchester que ya cuentan con ella. Es un maestro, un profesor o cualquier otro miembro de la comunidad educativa, deportiva o de ocio que se ha especializado en protección de la infancia. Es alguien que sabe cómo prevenir, actuar y derivar. Algo que, por desgracia, hoy por hoy no tenemos en España.

¿En qué consiste la política corporativa de Protección de la Infancia del British Council?

Su objetivo es crear espacios seguros, entornos protectores para la infancia. Creemos en lo que llamamos "duty of care", deber de cuidado, hacia los menores. Por eso, valoramos, respetamos y escuchamos a los niños y niñas; seleccionamos a los mejores profesionales y les ofrecemos formación continua para que sepan cómo prevenir, detectar y resolver -de forma consistente- situaciones, tanto de daño intencionado, como no intencionado; compartimos nuestro cometido con los niños y niñas para que ellos, ellas y sus padres o tutores sepan a dónde acudir si necesitan ayuda o apoyo. También asignamos los recursos adecuados y necesarios para la puesta en práctica de estas políticas y nos aseguramos de que sean comunicadas y comprendidas. Consideramos, en definitiva, que es nuestro deber velar para que los niños y niñas crezcan en entornos seguros y estables.

La nueva ley que se tiene planteado aprobar en el mes de febrero, ¿qué diferencias puede tener con la Ley Children Act, vigente en el Reino Unido desde 1989?

Fíjate que, para mí, la principal diferencia es que en España nos podemos beneficiar de las "lecciones aprendidas" en el Reino Unido: de los errores cometidos en estos años.

La ley española presume de estar a la vanguardia, de ser la más desarrollada en materia de protección de la infancia. Confiemos en que así sea. El haber consultado y hablado con tantos agentes sociales, el haber entendido dónde y por qué fallan otros nos puede ser de gran ayuda. Ahora lo más importante es cómo se va a implementar en las comunidades autónomas. Es importante que se haga de forma rápida y que no suponga un nuevo freno el tener que esperar al desarrollo de cada una de ellas.

¿Cuál es el objetivo que tiene la figura del British Council hoy en día y que es equivalente a estos coordinadores?

Las Leyes ofrecen un marco para actuar y unas directrices claras sobre qué hacer y qué no. El objetivo de la figura del coordinador de bienestar y protección en centros educativos, de deporte y ocio (en nuestros centros lo llamamos 'punto focal') es velar porque esa ley se cumpla en el día a día, en el entorno cotidiano del niño. Una ley es un articulado, una serie de palabras llenas de promesas y buenas intenciones. Y somos las personas las que hacemos que se cumplan. Habrá muchas, muchas personas que velarán por ello. Jueces, trabajadores sociales, políticos, alcaldes, coordinadores deportivos…pero, en los centros educativos, de ocio y deporte serán los coordinadores de bienestar y protección los que velarán porque sea una realidad.

¿Por qué el British implantó esta figura hace varios años?

Antes me preguntabas por nuestras políticas. Pues bien: ahí tienes la respuesta. Nuestra política no es un simple papel, ni algo que poner en un bonito marco. Es un punto de partida para hacer posible nuestro compromiso.

Hemos dado poco espacio en esta entrevista a la voz de niños y niñas. Voy a aprovechar para hacerlo aquí. Usando sus palabras es como mejor te voy a poder contestar.

Hace poco, ante una situación de violencia en un hogar, un menor acudía a mi despacho. Yo le decía que había hecho bien en contarme su situación y que éramos los adultos los que ahora debíamos movilizarnos para protegerle. Son caras y expresiones que no se olvidan. Simplemente me miró y me dijo "gracias". Y en esa palabra estaban encerradas las noches en vela; el miedo a los gritos y a palabras que, a menudo, son más dolorosas que lo físico; el pensar que a nadie le importaba esto y que callar, aguantar y tirar hacia delante era una obligación y su responsabilidad. Que estaba solo. Cada uno de nosotros podrá ser el adulto que marque la diferencia.

¿Cuál es su función como responsable de Protección de la Infancia?

Te diría que el 65% de mi tiempo lo dedico a prevenir. Formación a niños y niñas, padres, tutores y profesionales. A medir situaciones de riesgo y a alertar cuando escalan. Elaborar procedimientos para que, cuando algo ocurra, todos ellos sepan a quién acudir si necesitan ayuda.

Un 25% lo dedico a saber un poco más sobre situaciones que han preocupado a un profesor, un monitor de ruta, un entrenador o a un compañero o compañera de un alumno. Es el "algo pasa" pero no sé si preocuparme. Y muchas cosas se quedan ahí. Sin necesidad de hacer más. Otras requieren actuaciones desde dentro del centro o en relación con el núcleo familiar. Un caso claro son los divorcios conflictivos, donde intentamos que el colegio sea siempre ese espacio seguro no involucrado en el conflicto. Donde los niños y niñas puedan contar que no quieren ponerse "ni del lado de mamá ni del de papá". O en el caso de situaciones donde vemos un inicio de acoso escolar e intervenimos cuanto antes.

Únicamente un 10% de los casos se tramita en colaboración con los agentes externos, como Servicios Sociales, pero también la policía y otros agentes. Son situaciones que, o bien nosotros reportamos por el riesgo que suponen para los menores, o bien ya han sido abordados por estos agentes, incluso con resoluciones judiciales, y en los que los menores lógicamente siguen acudiendo al centro y necesitan más que nunca que este sea un entorno seguro. Tenemos familias atendidas por ejemplo por el CAI (Centro de Atención a la Infancia) o el CAF (Centro de Apoyo a las Familias) y nos coordinamos con estos organismos para ver cómo apoyar al menor desde el centro. No se trata solo de detectar situaciones de riesgo, sino de saber qué hacer una vez que esto ha ocurrido.

¿En qué consiste la Política de Tolerancia Cero hacia el Abuso Infantil que desarrolla en la organización?

Es el resumen natural de todo lo expuesto. Los menores hasta los 18 años (y aprovecho para decir que también tenemos esa política para adultos vulnerables) no pueden ni deben ser abusados: ni física, ni sexual, ni emocionalmente. Tampoco deben ser objeto de un trato negligente. No debemos tapar el abuso sexual que ocurre en entornos como la familia, el centro educativo y otros ambientes, donde el menor debería sentirse protegido. Estas realidades han existido, existen y no podemos mirar hacia otro lado.

No debemos normalizar el castigo físico con frases como "la letra con sangre entra". Si no sabemos manejar una conducta y recurrimos a la fuerza física, enseñaremos a los niños y niñas que este es el modo de atajar aquellas situaciones que no somos capaces de resolver. No debemos tampoco permitir el abuso emocional, en palabras de una niña con la que trabajé: "porque los golpes duelen un rato, pero las palabras, las palabras duelen mucho más tiempo".

Y no podemos tolerar el trato negligente. Los niños y niñas necesitan conocer los límites, lo que deben y no deben hacer. Necesitan horarios, rutinas y alguien que les ayude a comprenderlas y seguirlas. En nuestras manos están aquellos y aquellas que serán los adultos del mañana. Y cuando más resilientes, emocionalmente estables y seguros crezcan, más capacitados estarán para construir un futuro que, como bien hemos visto este año, puede ser incierto y cambiante.