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Qué nos ha enseñado el confinamiento
- La enseñanza a distancia es útil para muchas circunstancias como son las emergencias o contextos rurales muy dispersos
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Madrid,
"Esto nos hará mejores personas", este fue uno de los mantras que se repetía durante los meses más duros del confinamiento. Ya se sabe, en épocas difíciles uno valora más las cosas importantes de la vida; familia, amistad, el medioambiente o las actividades esenciales, entre las cuales, además de la sanitaria, aparecía la educación, aunque no fuese considerada como tal por el propio Gobierno.
Lo cierto es que tener a los niños y niñas en casa a la vez que intentabas trabajar en remoto, los que tuvimos la suerte de poder hacerlo, se convirtió en uno de los retos mayores de la época del confinamiento. Es de aplaudir la dedicación y la celeridad con la que las autoridades y la comunidad educativa, con los docentes a la cabeza, improvisaron un sistema de la noche a la mañana para responder, aunque fuese mínimamente, a su función educativa mediante el uso de dispositivos móviles, ordenadores o tabletas.
En estos meses, y relacionado con lo educativo, aparecieron otros temas. Asuntos y problemáticas que ya estaban ahí desde hace años y que gran parte de la comunidad educativa y las organizaciones de infancia como Ayuda en Acción venimos denunciando públicamente, como es el drama de la pobreza infantil en nuestro país, en el furgón de cola europeo con 1/3 de los niños y niñas en situación de pobreza, o el de la inequidad educativa de un sistema público que, aunque gratuito (pero recortado durante años), esconde costes "invisibles" que, como el transporte, comedores escolares, refuerzo o el ocio educativo, dificultan mucho el acceso en equidad de los colectivos más vulnerables a la educación.
Otra de las estrellas invitadas, si no protagonistas, al debate educativo fue el de la brecha digital. Parece que también nos dimos cuenta que acceder en remoto a las clases no dependía solo de tener un dispositivo y conexión (harto difícil en contextos de pobreza), sino que había que tener a docentes familiarizados y entrenados, a la infancia igualmente formada y a unos padres y madres con las habilidades y el tiempo disponible para hacerlo. Recordemos que muchos de los empleos considerados esenciales como la agricultura, el sector de cuidados o la logística y la distribución, acumulan un alto índice de precariedad. Padres y madres de familia que tuvieron que trabajar y dejar desatendidos a sus hijos e hijas, en el mejor de los casos, frente a un ordenador con conexión.
Si hay que enumerar aprendizajes en estos meses relacionados con lo educativo, se nos ocurren varios en Ayuda en Acción. Uno de ellos es la importancia de la escuela. La enseñanza a distancia es útil para muchas circunstancias como son las emergencias o contextos rurales muy dispersos, pero no nos engañemos, por ahora, nada sustituye a la escuela. Los centros educativos, además de ser el espacio de aprendizaje por excelencia, son un lugar casi exclusivo de los niños, niñas y adolescentes, un sitio en donde aprenden a relacionarse, a compartir, a colaborar, a entender lo que es de verdad vivir en sociedad. La escuela es también, cada vez más, un espacio que debe estar conectado al mundo, al mundo digital a través de internet en donde está todo el conocimiento, pero también al mundo real de la comunidad. Los centros educativos deben de estar arraigados en los barrios y las comunidades para que puedan interactuar con sus realidades, con sus asociaciones, que sean el trampolín de una sociedad más colaborativa y cooperativa.
Otro de los aprendizajes es la atención a los colectivos más vulnerables. Sobre todo, en época de crisis con recursos escasos, si hay que aplicar proyectos piloto, redirigir a más y a los mejores docentes, dedicar más fondos…primero, a los centros que peor están y en donde se concentran los colectivos que no podrán encontrar recursos fuera del sistema público.
Otro elemento es el de la importancia de las materias que en mi época llamábamos "marías": deporte, actividades artísticas, el juego… pero también, aquellas como la educación ciudadana, que construyen y apuntalan la democracia desde edades muy tempranas, algo que hoy en día es fundamental para combatir la polarización, la xenofobia o el racismo. No me gustaría terminar sin mencionar la relevancia de la profesión docente. Una profesión que no está lo suficientemente valorada, pero en donde depositamos quizá, los elementos más valiosos de nuestra sociedad, la infancia.
Quizá hayamos aprendido esto durante el confinamiento, nuestro reto es recordarlo y aplicarlo, ya.
Elaborado por Alberto Casado- Director de Advocacy de Ayuda en Acción