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El desafío de la educación "online"

  • Los centros tenemos claro que esa forma de trabajo llegó para quedarse

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Madrid,

Ante el nuevo inicio de curso, lleno de incertidumbres que pueden provocarnos ciertos temores a todos los sectores de la comunidad educativa, los centros educativos han hecho los deberes durante los meses estivales para poder desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje dentro de un entorno lo más seguro posible para todos/as, sabiendo que el riesgo cero no existe.

Recordemos que durante el confinamiento vivido durante el último trimestre del curso pasado los centros docentes se tuvieron que reinventar. Es más, en el primer fin de semana de ese confinamiento, del 13 al 15 de marzo, el profesorado adaptó, a marcha forzada, sus clases presenciales por otras metodologías telemáticas y online, de tal forma que adelantaron en varios años lo que en educación se preveía, el uso de las nuevas tecnologías y plataformas online en o para la impartición y gestión de las clases (classroom, Moodle, Zoom, Google Meet, Teams…). No sólo tuvieron que adaptarse ellos/as, sino que tuvieron que formar a su alumnado y familias en tiempo récord. Obviamente, todo dependió de las diferentes etapas educativas en las que estuvieran…

En este nuevo curso, los centros tenemos claro que esa forma de trabajo llegó para quedarse y el profesorado la ha de ir incorporando en su día a día, independientemente de que haya o no un nuevo confinamiento, ya fuese parcial o total. Además, esta nueva forma de trabajar servirá para poder atender a aquel alumnado que tuviese que hacer cuarentena en casa para que, así, no pierda el ritmo de trabajo. Es más, en algunos niveles, principalmente a partir de 3º de la ESO, se ha planteado diferentes modalidades de clases, entre las que están las semipresenciales con seguimiento telemático, parcial o total o la sincrónica. Para ello, los centros han de apostar por plataformas y aplicaciones seguras, almacenaje virtual, institucionalizar su uso y seguir formando a su personal, alumnado y familias en su uso, sin olvidar que existe una brecha digital en parte de las familias que debemos atender.

Por último, me gustaría recalcar dos aspectos. Por un lado, esta nueva forma de afrontar las clases, según en qué niveles, por supuesto no suple en determinados aspectos los beneficios que tiene la docencia presencial (relaciones humanas, tolerancia a la frustración, el juego, etc.), y, por otro lado, también hemos de recordar que la educación en nuestro país es obligatoria y presencial de los 6 a los 16 años, ambos inclusive.

Bien por nuestros/as docentes y su capacidad de adaptación.

Elaborado por Andrés Castro, Profesor del Máster en Liderazgo y Dirección de centros educativos de UNIR