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La cuarta función de las universidades
- La Universidad 2030 debe jugar el papel de formación en valores
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Madrid,
El Estatuto del Estudiante (RD 1791/2010) establece (Art 63), que la universidad debe ser un espacio de formación integral que traslade a los estudiantes valores como libertad, equidad y solidaridad, respeto, espíritu crítico, valores medioambientales y de sostenibilidad en todas sus dimensiones, mostrar en su propia actuación, los patrones éticos que aspira a proyectar en la sociedad. El texto relaciona a continuación la honradez, veracidad, rigor, justicia, eficiencia, respeto y responsabilidad, para formar titulados autónomos y razonables, capaces de armonizar su propio bien con el interés de toda la comunidad y de analizar de forma objetiva e imparcial las diferencias con los otros. Dice este RD que las Universidades deben promover estos valores en la formación de los estudiantes.
¿Dónde está la actuación de las universidades que aporta esos valores a la educación superior de los futuros líderes sociales?, ¿tiene la lista anterior un contenido suficiente en los planes de estudio?, ¿cuáles son los órganos de gobierno que se ocupan de desplegar la acción para conseguirlo? ¿cuánto presupuesto se dota para ello?
La Institución universitaria mantiene las tres funciones propias de docencia, investigación y transferencia de conocimiento a la sociedad. Están recogidas en la LOU, y forma titulados para un mundo, que cabalga permanentemente los vientos del cambio, pero en su modalidad de ciclogénesis explosiva continua, con nombre y todo.
"La Institución universitaria mantiene las tres funciones propias de docencia, investigación y transferencia de conocimiento"
Vectores transversales como sostenibilidad y cambio climático, que pone en evidencia la falta de organismos capaces de implantar políticas y acciones globales eficaces, como nos tienen que recordar nuestros jóvenes; la transformación digital, arrolladora, que está provocando cambios no solo tecnológicos o económicos, sino sociales y políticos muy profundos, que combinados con cierto tipo de acción mediática, pueden llegar a generar inestabilidad e intoxicar las democracias, y que también hace más fácil evidenciar las desigualdades o la injusticia en cualquier escala. Vinculado a las anteriores, la globalización en todos sus ámbitos, con requerimientos también de justicia, igualdad, respeto, desarrollo, equilibrio y una dimensión medioambiental acuciante.
El desarrollo científico acelerado, apunta nuevas entrantes, como las aplicaciones de la inteligencia artificial y la robótica, o el avance en la biotecnología y la genética, por citar solo algunos, que pueden suponer un poderoso aliado para nuestra calidad de vida, nuestro bienestar y nuestra felicidad, … o exactamente lo contrario, según el uso que hagamos de ellas. Disponemos también de armas cada vez más eficaces.
La Universidad 2030 debe jugar, con mucha más intensidad, el papel de formación en valores. La sociedad, nuestro mundo, necesita una universidad que aporte efectivamente veracidad, análisis lúcido, equilibrio, ética y responsabilidad, a través de la formación de los egresados y mediante un mayor impacto social de su actividad, de los resultados de su investigación y de su análisis.
La formación humanística debe tener una mayor presencia en los planes de estudio, conviene dar una nueva mirada, repensar las asignaturas y trasladar en efecto a los estudiantes esa formación integral. La universidad debe estar más presente en la sociedad, impactar positivamente en mayor medida y colaborar a buscar la verdad y el bien para todos. Ahora apenas lo hace y sería muy bueno que lo hiciera, que arrimara el hombro, hace mucha falta.
Elaborado por Alberto López Rosado, Vicerrector de Investigación y Postgrado de la Universidad Francisco de Vitoria