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María Montesinos: "La educación todavía sigue siendo el talón de aquiles de los gobiernos hoy en día"
- "Un destino propio" está basado en la educación de la mujer en el siglo XIX
Carmen García
Madrid,
A pesar de ser uno de los pilares fundamentales de la historia, la educación ha sido el escenario de múltiples desigualdades hacia las mujeres. María Montesinos acaba de publicar su última novela "Un destino propio", centrada en las dificultades que tenían las mujeres de finales del siglo XIX para acceder a la educación, encarnadas en la figura ficticia de Micaela Moreau, una joven maestra que lucha por la educación femenina en esa época.
¿Por qué ha elegido la educación en el siglo XIX como tema principal?
La educación es un tema que me ha interesado desde siempre, porque creo que determina el destino de las personas y de un país entero. Dicho esto, no fue una elección consciente desde el primer momento; más bien me vino dada por mi protagonista femenina, que desea ser maestra, y por el contexto de la época, aquella España de finales del siglo XIX llena de contradicciones en la que los índices de analfabetismo de la población eran escandalosos y la educación de las niñas resultaba ridícula.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la investigación previa al escribir la novela?
Muchas cosas porque la Restauración española es una época apasionante de la que conocía poco antes de empezar a documentarme. Pero si tuviera que decir algo, me sorprendió descubrir la Asociación para la Enseñanza de la Mujer fundada por Fernando de Castro, una institución dedicada a la educación femenina, bajo premisas educativas similares a las de la Institución Libre de Enseñanza, con quien compartía profesores y catedráticos. También me llamó la atención conocer que algunas reivindicaciones feministas ya se hacían entonces en determinados foros, como era la igualdad salarial entre maestros y maestras, o el acceso de las mujeres a profesiones consideradas en aquel entonces, masculinas, como abogados, médicos, jueces, etc.
¿Cómo ha sido el proceso de elaboración del libro?
La idea de escribir esta novela surgió en una visita a El Capricho de Gaudí, en Comillas. Me generó mucha curiosidad averiguar quién fue aquel abogado culto y solterón que le encargó la construcción de su residencia a Gaudí y aceptó un proyecto que resultó un tanto estrambótico para el año 1883, en un pequeño pueblo como Comillas. A partir de ahí, comencé a investigar y documentarme sobre la sociedad de aquella época, tanto desde el punto de vista social como político y económico. Durante ese proceso de documentación fui dándole forma a los personajes principales, a Micaela Moreau, una solterona que quiere ser maestra y Héctor Balboa, un indiano enriquecido regresado de Cuba que desea acordar un buen matrimonio que le abra las puertas a la alta sociedad de Santander.
¿A qué público está dirigido esta novela?
A cualquier lector a quien le interese la novela ambientada en aquella España de finales del XIX, con el tema de la educación y la situación social de la época como telones de fondo. Es una historia emocionante que hará disfrutar a quien le guste la novela clásica.
¿Cuáles son las cualidades principales que definen a Micaela, protagonista del libro?
Micaela es una mujer formada en los ideales de igualdad, libertad y justicia que le inculcó su padre de origen francés, pero al mismo tiempo, ha sido educada en los usos y costumbres de la sociedad tradicional de la época que representa su madre, miembro de una buena familia madrileña. No es una revolucionaria, pero tampoco es el prototipo de mujer complaciente de la época. Micaela es una solterona todavía joven, de carácter decidido y valiente, con las ideas muy claras respecto a su vocación de maestra: quiere que las niñas reciban el mismo tipo de educación que los niños. Es muy consciente del coste personal y social que tendrá para ella el dedicarse a la enseñanza y llegado el momento, deberá decidir si asume ese coste para cumplir su propio destino.
Tras escribir esta novela, ¿qué opina sobre la evolución que ha tenido la educación en este país?
La educación era el talón de aquiles de los gobiernos del siglo XIX y mucho me temo que hoy en día todavía lo sigue siendo. En aquel entonces había mucha preocupación por las graves carencias educativas de la época, aunque se quejaban de que no había ni presupuesto ni recursos con los que solucionarlo. Nunca fue una cuestión prioritaria para los políticos del XIX, como demuestran los índices de analfabetismo de la población: en 1877, un 81% de las mujeres y el 62% de los hombres eran analfabetos. La única apuesta innovadora y de calidad en la educación de entonces fue la que hicieron los krausistas con Francisco Giner de los Ríos a la cabeza, a través de la Institución Libre de Enseñanza y su equivalente femenino, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer de Fernando de Castro. Por sus aulas pasaron un gran número de alumnos que luego destacaron como políticos, científicos o intelectuales en el siglo XX.
¿Cree que se ha llegado a un nivel real de igualdad de género en la educación?
Creo que dentro de las aulas de los distintos niveles educativos de este país sí que existe una igualdad de género real hoy en día. Otra cosa es lo que ocurre cuando los jóvenes salen de los centros educativos y se incorporan al mercado laboral. Ahí es donde comienza la desigualdad.
Existe todavía una brecha de género real en los grados universitarios tecnológicos, ¿a qué cree que se debe esta situación?
Supongo que no habrá una única razón. El hecho de que existan pocos referentes visibles de mujeres que trabajan en ámbitos tecnológicos y científicos, influye mucho en las niñas a la hora de imaginarse qué quieren ser en un futuro. Pero además, me temo que todavía persiste una cierta cultura social que asocia las humanidades y las letras con la sensibilidad femenina y las matemáticas y las ciencias con lo masculino (más racional). En algunos países occidentales se está haciendo un esfuerzo extra por atraer a las niñas a ese campo que engloba las ciencias, las matemáticas, la tecnología y la ingeniería.
El techo de cristal es otro de los inconvenientes con los que se encuentran las mujeres a la hora de acceder a puestos de mayor responsabilidad, ¿cómo se podría romper con esta situación?
No soy ninguna experta en ese tema, pero tal y como yo lo veo, creo será necesario coordinar medidas de tipo político, empresarial, social y educativas para que haya un verdadero cambio de mentalidad en la sociedad en su conjunto hacia la conciliación laboral y familiar. Como todo cambio que afecta a la cultura de una sociedad o de un país, tal vez sea más lento y complicado de lo que nos gustaría, pero la igualdad plena es una meta a la que las mujeres ya no vamos a renunciar.