Distribución
Edificios-Chincheta: las pequeñas construcciones arquitectónicas que resisten al invasor
Pedro Torrijos
Hay un elemento que define el concepto de civilización mejor que casi cualquier otro: la ciudad. La concentración de viviendas es el símbolo de la sociedad prácticamente desde que existe la sociedad. Por eso, la urbanización de terrenos antes deshabitados solía verse como signo de progreso. Digo "solía" porque todos sabemos cómo, en más de un caso, la avaricia vinculada a los desarrollos urbanísticos no traía nada de progreso sino más bien ruina, decadencia y abandono.
Lógicamente, la mejor manera de combatir este tipo de crecimiento fagocitante es realizando planeamientos sensatos y cuidadosos en función las verdaderas necesidades poblacionales, acometiendo las obras en horquillas de tiempo lo suficientemente flexibles y, sobre todo, persiguiendo y limitando la corrupción política asociada a la construcción.
Sin embargo, hay quien decidió enfrentarse al desarrollo urbano de manera, digamos, más heroica. Son los llamados edificios-chincheta, pequeñas construcciones que resisten al invasor mientras el resto del territorio ha sido conquistado por calles, avenidas, edificios de viviendas y centros comerciales. Como remedos arquitectónicos de la aldea gala de Astérix, al confrontar casitas de una o dos plantas sobreviviendo a escasos metros de las imponentes fachadas públicas, acaban generando algunas de las imágenes más curiosas y también más surrealistas de la ciudad contemporánea.
Como es obvio, este fenómeno solo se produce cuando el desarrollo urbanístico está gobernado desde la iniciativa privada, porque no se trata de obras expropiables para dar cabida a autovías, puentes o cualquier otra obra pública, sino de gente que prefiere conservar su casa por mucho dinero que el promotor del edificio adyacente le ofrezca por ella. El resultado es que, al final, el promotor de marras tiene que ingeniárselas para que su edificio respete la vivienda preexistente, rodeándola, esquivándola o saltándosela por encima. La casita parece así "clavada" en la obra nueva y, por eso, se les llama nail-houses, casas-clavo o edificios-chincheta.
La 'Esquina del Millón de Dólares'
Uno de los primeros ejemplos es la conocida como "Esquina del Millón de Dólares". Se trata de un edificio de cinco plantas sobre un solar de apenas 120 metros cuadrados en la ciudad de Nueva York, vendido en 1911 por la entonces astronómica cifra de, efectivamente, un millón de dólares. La idea del comprador era parar la construcción de los almacenes Macy's y evitar que se convirtieran en la tienda más grande del mundo. El nuevo dueño nunca quiso vender la esquina sino que quería que Macy's le cediera su edificio de la calle 14. Las negociaciones no funcionaron así que, aún hoy, el edificio de diez alturas de Macy's en la 34 con Broadway tiene un mordisco en la esquina del que nunca ha podido apropiarse. Curiosamente, en 1945, y tras desembolsar una suma de dinero desconocida pero presuntamente obscena, Macy's tiene el derecho a colocar un cartel anunciador en su particular edificio-chincheta. Pone "La Tienda Más Grande Del Mundo".
Hay otros casos en la urbe neoyorquina que se han resuelto de manera amistosa (aunque con un buen montón de pasta de por medio, eso sí). Son los que atañen a edificios protegidos y a los denominados air rights, o derechos sobre el aire. Ya mencionamos el peculiar fenómeno de los derechos aéreos en el artículo sobre rascacielos esbeltos y, como dije en su momento, daría para escribir un artículo dedicado expresamente a ellos. Por resumir otra vez: en Nueva York, un promotor tiene el derecho a construir sobre un solar de su propiedad hasta la altura que quiera; sin embargo, hay propietarios que no quieren o no pueden levantar la obra más allá de un determinado nivel. Esto sucede especialmente con los edificios que tienen valor patrimonial o arquitectónico y que, por tanto, no pueden modificarse ni mucho menos derribarse para construir uno nuevo. Entonces, el edificio adyacente puede comprarle los derechos urbanísticos sobre el aire que tiene encima. A veces, estos derechos no se ejecutan físicamente pero permiten abrir huecos y vistas sobre fachadas que de otra manera serían medianeras ciegas.
Edificio en el 160 de la calle 22. Imagen de S9 Archtecture
Sin embargo, hay casos en los que el edificio adyacente se construye, literalmente, sobrevolando la cubierta de la casa-chincheta. La torre de viviendas en el 160 de la calle 22 es uno de los ejemplos más peculiares. Proyectado por el estudio norteamericano S9 Architecture, el edificio de veintiuna plantas es casi una transcripción arquitectónica del concepto de los air rights. Los promotores compraron los derechos sobre el aire por encima de dos pequeños edificios históricos vecinos de su solar, uno de estos derechos permanece como columna de aire libre para poder abrir ventanas pero el otro se ha aprovechado para construir parte del nuevo edificio. Como esta sección no puede apoyarse en el suelo, se sostiene mediante un voladizo de unos diez metros de luz ejecutado a unos seis metros de altura, justo encima de la cubierta del edificio preexistente. La casa-chincheta se ve así rodeada por una de sus medianeras, pero también por arriba.
Casa de Edith Macefield en Seattle. Imagen de Payton Cheung (CC).
Con todo, seguramente el caso más famoso de nail house está justo en el otro extremo de los Estados Unidos. Es la casa de Edith Macefield en el barrio de Ballard en Seattle. Su historia es tan fascinante que sirvió como inspiración para la película Up, que Pixar estrenó en 2009. De hecho, es tan interesante que merece ser contada en profundidad; algo que haremos en la segunda parte de esta serie de artículos.