España, a la vanguardia en la producción de superalimentos
La mayoría crecen, o pueden crecer, en nuestros campos y bajo nuestro clima y a muchos de ellos llevamos usándolos cientos de años gracias a su protagonismo en la dieta mediterránea.
Sin embargo, hemos tenido que esperar a que la vocación por los llamados superalimentos -aquéllos que tienen vitaminas, minerales, omega 3, omega 6, ácido fólico, calcio, potasio u otras virtudes para la salud- viniera de fuera para hacerles un hueco más grande en nuestras neveras y provocar una auténtica revolución en la industria alimentaria.
Una industria que ahora, más que nunca, está echando toda la leña al fuego de la elaboración y comercialización de productos que contengan kale -se pronuncia queil y es la hoja más pequeña de la col tradicional-, espinacas, canónigos, brócoli, zanahoria, frutos secos o algunas frutas como la piña, los arándanos o la naranja.
A todos estos ahora llamados superalimentos, y tradicionales de nuestra agricultura, se han juntado otros provenientes de otras latitudes, como las semillas de quínoa o chía. Ambas ya ocupan centenares de hectáreas en España y ya se han colado en nuestra industria, gracias al respaldo que algunas marcas están dando a la innovación, ahora muy marcada por esta tendencia.
Dicha innovación llega tanto en forma de nuevos productos, como los yogures que Danone acaba de lanzar con semillas de quínoa -en la imagen de la izquierda-, como con nuevas variedades de productos ya existentes, pero en brotes más pequeños que los originales -de canónigos, espinacas o coles, entre otros-, que además facilitan su uso en la cocina, evitando su cocción pero manteniendo sus propiedades organolépticas.
Una estrategia que está llevando a cabo por ejemplo Florette con sus nuevas ensaladas y con su nueva gama -lanzada este año- de Vittalia (en la fotografía).
Por eso, por lo que ya tiene por su situación geográfica y por lo que muchas empresas que operan en nuestro país están haciendo, España ha conseguido situarse a la vanguardia de los superalimentos y ser una auténtica potencia mundial en su producción. Y todo apunta a que en breve también lo será en su comercialización y consumo.
A escala global, el consumo de estos superalimentos se ha disparado más de un 200 por ciento entre los años 2011 y 2015, según datos de la consultora Mintel.
Auge del consumo
Es más, sólo en 2015 hubo un aumento del 36 por ciento en el número de productos de alimentos y bebidas lanzados en el mundo con los términos superalimento, super o supergrano, siendo Estados Unidos el principal responsable de ese incremento -con un 30 por ciento del total-, seguido de Australia (10 por ciento), Alemania (7 por ciento), Reino Unido (6 por ciento) y Canadá (6 por ciento), según la misma fuente.
Aunque España no aparece de momento entre los primeros puestos de ese ranking, las cosas podrían cambiar muy pronto, ya que el consumo de superalimentos crece en nuestro país y está forzando a la industria a lanzar productos que los contengan.
Así lo ha confirmado para elEconomista Alimentación Almudena Martínez, responsable del departamento físico-químico del Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA). ?Hay una tendencia clara al consumo de superalimentos en España, derivada de la creciente preocupación por llevar una alimentación sana y una vida saludable?, sostiene.
De ahí que el CNTA, con potestad para validar si un alimento puede llevar o no el término super en su etiqueta, lleve varios años viendo cómo ?está creciendo la demanda de la industria para que hagamos análisis que garanticen si sus alimentos pueden ser considerados o no superalimentos?, matiza.
Con esos análisis lo que hace el CNTA es determinar si un alimento es, por ejemplo, fuente de vitamina A, de calcio, o de vitamina C, entre otros componentes. Cuando eso ocurre, el producto en cuestión puede poner en su etiqueta la palabra superalimento. Una palabra que se empezó a utilizar en los países anglosajones, bajo el concepto de superfood.
Aunque su tradución al español sí existe, Martínez aclara que en España este término no ha sido recogido por el Ministerio de Sanidad y no está previsto que lo haga. Eso sí, su uso no sólo está permitido, sino que cada vez está más extendido. Y no sólo en los lineales de los supermercados de nuestro país, sino también en los locales de hostelería.
?Es importante que la hostelería se adapte a las nuevas tendencias y modas, sin perder de vista la demanda del consumidor?, explica a esta publicación Luis García-Bergas, director general del Grupo Crono -corporación empresarial española dedicada al cultivo, recolección, selección, producción y comercialización de productos para la restauración, y para las líneas de cuarta y quinta gama, listas para comer-.
?Las grandes corporaciones empresariales, tanto nacionales, como internacionales, se están haciendo eco del boom de las nuevas categorías de superalimentos y, por este motivo, las están incorporando a su oferta gastronómica que ya incluía desde hace años otros superalimentos tradicionales en nuestra dieta mediterránea como las legumbres, el aceite de oliva, el pescado azul y la pasta, entre otros?, matiza.
Además de esos, la creciente preocupación que existe en la población por la salud a raíz de los incrementos en los índices de obesidad y a las enfermedades asociadas a ella han propiciado -según el directivo- la incorporación de nuevos alimentos con gran aporte nutricional que hasta hace algún tiempo eran desconocidos como el té matcha o el alga espirulina, entre otros.
?En la actualidad hay una mayor conciencia tanto a nivel individual como empresarial por incluir hábitos saludables en nuestras vidas, por lo que la industria alimentaria continúa apostando por introducir nuevas categorías de superalimentos?, puntualiza.
Aliados de la innovación
Ahora bien, el lanzamiento de superalimentos no sólo depende de la voluntad de la industria para hacerlos, sino de la de la distribución para referenciarlos. Algo que no siempre ocurre y continúa siendo uno de los caballos de batalla de la patronal española de las marcas (Promarca).
Según su presidente, Ignacio Larracoechea, el distribuidor ya no es sólo un distribuidor, ?sino que decide qué productos y qué marcas compiten en sus lineales, qué innovaciones incluye, qué espacio se les asigna, a qué precio se venden y con qué promociones?.
Una política que, a juzgar por las cifras de la patronal, está contribuyendo a que la innovación en la alimentación lleve años cayendo. De hecho, a finales del año pasado España se situaba a la cola de la innovación en productos nuevos en Europa y encadenaba desde 2010 una disminución acumulada del 38 por ciento debido, según Promarca, a la presencia de una alta cuota de marcas de distribución que desincentiva la innovación y la llegada de nuevos productos a los consumidores.
Es más, en España en 2014 se llevaron a cabo tan sólo 108 innovaciones, un 16 por ciento menos que el año anterior (128) y un 31 por ciento menos desde 2010, donde hubo un total de 156 productos innovadores en el mercado.
Esos datos cobran ahora de nuevo actualidad, después de que en el último Congreso Tecnomarketing de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), Gustavo Núñez, director general de Nielsen Iberia, haya sostenido que en España en 2015 se lanzaron 3.500 productos nuevos al mercado, pero sólo el 20 por ciento de ellos superó el primer año de vida.