Desastres naturales
El primer ministro dice que democracia en Pakistán no corre peligro pese al descontento
"Hay gente que cree que el Gobierno y el Ejército son distintos. Es porque no saben que el Ejército trabaja bajo control del gobierno civil: están para asistirnos y están haciéndolo lo mejor que pueden", dijo Guilani en una entrevista con Efe en un vuelo hacia la región septentrional de Gilgit-Baltistán.
El primer ministro paquistaní declaró que "cuando hay este tipo de catástrofes, ciertos políticos y medios de comunicación creen que se da una oportunidad para alcanzar el poder".
"Están equivocados -zanjó-, porque la mayor parte de la gente cree en la democracia, en la estabilidad y en trabajar por el bienestar del pueblo de Pakistán".
Ayer, Altaf Husain, un destacado líder político del país surasiático exiliado en Londres desde hace décadas, cuya formación minoritaria forma coalición con el Partido Popular (PPP) de Guilani, instó al Ejército a tomar el poder para acabar con la corrupción y la mala gestión de la crisis.
Su llamamiento llegó después de semanas de críticas a un Gobierno que, según los analistas, se ha debilitado durante la crisis y ha visto cómo el Ejército, volcado en la ayuda, ganaba popularidad.
El primer ministro cerró hoy todas las puertas a un hipotético golpe de Estado y aprovechó para desmentir las informaciones de que organizaciones religiosas extremistas lideran la asistencia a los afectados por las inundaciones, ya que son "falsas" y sólo buscan "desensibilizar" a la comunidad internacional.
"Si el propio Gobierno está involucrado... ¿Cómo vamos a dejar que (grupos islamistas proscritos) interfieran en nuestras labores? Nadie podrá trabajar si no tiene la luz verde de las agencias de inteligencia", argumentó.
Guilani agradeció a la comunidad internacional la ayuda aportada hasta el momento para "una de las mayores catástrofes de la Historia mundial" y garantizó transparencia en la gestión así como la continuidad del "compromiso" de Pakistán "en la lucha contra el terrorismo y el extremismo" a pesar de la crisis.
La conversación con Efe tuvo lugar durante un vuelo a la ciudad de Gilgit, capital de la región paquistaní más septentrional, que ha quedado aislada del resto del país por la masiva destrucción de infraestructuras.
"Estamos aislados del resto del país. Las comunicaciones hacia China están cortadas. La carretera de Karakorum está cerrada. Sólo tenemos alguna pequeña salida hacia el valle de Kagan Nagan (noroeste)", se lamentó a un grupo de periodistas el jefe del Gobierno regional, Syed Mehdi Shah.
Shah añadió que en su territorio apenas disponen ya de reservas de combustible, los suministros de agua y electricidad se han visto notablemente disminuidos y casi mil kilómetros de carreteras han resultado gravemente dañados.
Situada en un enclave de montañosos valles en el que se encuentran las más altas cordilleras del planeta, como el Himalaya, el Hindukush y el Karakorum, Gilgit-Baltistán hace frente a duras penas al bloqueo a través del envío de ayuda con helicópteros o aviones de carga.
Pero los lugareños, entre ellos unos 25.000 desplazados, exigen a las autoridades más atención a sus necesidades.
"Muchas casas han quedado totalmente destruidas, hemos perdido tierras de cultivo, también muchos animales. El Gobierno nos está dando algo de ayuda, trigo, pero no es suficiente, somos muchos en la familia", explicó a Efe Aziz Ahmed.
Ahmed y otros afectados fueron visitados hoy por Guilani, quien acompañado por una extensa delegación integrada por tres ministros y varios parlamentarios intentó calmar los ánimos -en ocasiones muy agitados- con promesas de más asistencia, como un hospital móvil o equipos médicos y material sanitario.
Con 183 muertos, 347 aldeas inundadas y 3.000 viviendas dañadas, la olvidada Gilgit-Baltistán no es pese a todo una de las regiones más afectadas por la catástrofe, que sigue extendiéndose por el sur de Pakistán y ya ha dejado más de 1.500 víctimas mortales y unos 20 millones de damnificados desde finales de julio.