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Contador cumple su sueño de niño por triplicado



    A sus 27 años, tras haber ganado las tres Grandes Vueltas y haber firmado su tercer triunfo en el Tour de Francia el domingo en París, Alberto Contador mostró otra faceta en la victoria, tras un duelo apretado con Andy Schleck que resultó una prueba física y también psicológica.

    Con sangra fría de 'Pistolero', el español probó al imponerse en París que tenía hambre de campeón pese a sus dos victorias anteriores y jamás se desestabilizó, a pesar de la polémica generada sobre su ataque al menor de los Schleck cuando el luxemburgués tuvo un problema mecánico en el puerto de Balés.

    Al igual que el año pasado cuando debió lidiar con su 'enemigo íntimo' en el seno de su propio equipo Astana, Lance Armstrong, siete veces vencedor de la ronda gala, Contador esta vez tuvo que luchar contra "su amgio Andy" por aquel incidente en la montaña que no quita brillo a su triunfo. "Todos los Tours son difíciles de ganar por una razón u otra. El año pasado por motivos diferentes, fue difícil (caso Armstrong). Este año, hubo momentos en que particularmente no estuve bien", dijo el chico de Pinto (Madrid).

    "Alberto es un corredor fuera de lo común, uno de los más talentosos que haya dirigido", dijo Johan Bruyneel, su director deportivo el año pasado, cuando el español cumplía 24 años, a inicios de 2007. Dos años más tarde, el mismo Bruyneel completó: "Alberto tiene la mentalidad de un campeón y una extraordinaria confianza en él mismo. Todavía no conocemos sus límites", afirmó el belga.

    Mientras tanto, Contador ganó el Tour-2007, luego el Giro de Italia y la Vuelta a España-2008, entrando a sus 25 años en el círculo dorado y restrictivo de los campeones que ganaron tres Grandes Vueltas: Anquetil, Merckx, Gimondi y Hinault, que habitan ese Salón de la Fama del ciclismo.

    Con físico de escalador (1,76 metros, 61 kilos), es uno de los corredores más dotados de su generación en la montaña. Pero logra también hacer un ejercicio regular y correcto en las contrarreloj. Con este último ejercicio defendió el maillot amarillo en la crono de 52 kilómetros con salida en Burdeos. "Mi punto fuerte es ser el mejor corredor de todos los escaladores", decía Contador a la hora de explicar su éxito, más allá de que este año "no estuve todo lo brillante que me hubiera gustado, llegué peor, con tratamiento antibiótico por un enfriamiento en el campeonato de España".

    También podría hablar de su sangre fría frente a la adversidad.

    El domingo, sobre el podio, la mirada de matador salido como vencedor de una corrida de toros dominó la escena por tercera vez, en los Campos Elíseos y con el Arco del Triunfo como telón de fondo.

    "Es el sueño de todos los ciclistas (ganar el Tour). Desde que somos pequeños y nos subimos a una bicicleta, tenemos ganas de ganarlo. El Tour es la prueba más bonita del mundo. También es una presión permanente, la exterior y la propia. El objetivo prioritario para mí era ganar el Tour", dijo el héroe español.

    Contador también salió limpio los años negros del ciclismo, con la catarata de casos de dopajes y trampas para engañar a los controles. El joven Contador era un pupilo del entrenador español Manolo Saiz cuando el caso de dopaje sanguíneo denominado 'Puerto' explotó. En esa época, incluso, Alberto consideraba a Saiz como "un segundo padre". Hasta que su mentor fuera acusado de haber jugado un papel central en el caso 'Puerto'. "Mi nombre al principio estuvo asociado a este caso", admitió Contador, "pero la UCI (Unión Ciclista Interancional) rectificó rápido ese error. Estoy totalmente fuera de todo eso".

    Contador, salido del seno de una familia humilde, cumplió su sueño de niño por triplicado. Mucho más después de salir indemne de una operación en la cabeza en 2004 por un edema cerebral.