Cultura

Las pinturas de Altamira podrán verse en Gran Canaria

  • 82 piezas prehistóricas serán prestadas durante la exposición a las islas
  • Por su parte, Altamira acoge 62 elementos pertenecientes a Gáldar
Bisonte característico de Altamira. Imagen: Pixabay.

EFE

El Museo de Altamira ha sacado por primera vez fuera de Cantabria sus colecciones más valiosas para exhibirlas en la cumbre del arte prehispánico de Canarias, la Cueva Pintada de Gáldar, un yacimiento del que le separan miles de años, pero al que le unen sorprendentes conexiones.

Cuando los cazadores del Paleolítico comenzaron a pintar Altamira, faltaban todavía 33.000 años para que llegasen a Gran Canaria los grupos humanos que con el tiempo convirtieron la vieja Agáldar en la población más pujante de la Canaria prehispánica, en la sede de los poderosos Guanartemes y en el lugar donde sus temores, creencias y sentimientos se volvieron arte rupestre.

El Cabildo de Gran Canaria y el Ministerio de Educación y Cultura han querido celebrar el décimo aniversario del museo que custodia ese valioso legado aborigen con una exposición sin precedentes para sus dos protagonistas, porque ni Altamira ni la Cueva Pintada habían sacado nunca antes de sus vitrinas tan amplia colección de piezas para exhibirlas en otro centro, en muestras monográficas.

Y lo hacen, además, con un préstamo recíproco y simultáneo: la Cueva Pintada de Gáldar exhibe desde este lunes 84 piezas del yacimiento reconocido en todo el mundo como la cumbre del arte prehistórico, y Altamira mostrará desde este mismo viernes 62 elementos nunca antes vistos fuera de las islas que ayudarán a entender mejor en la península cómo eran y qué sentían los pueblos indígenas de Canarias.

Adentrarse estos días en el Museo de la Cueva Pintada de Gáldar o hacer lo propio desde el viernes en Altamira, permite notar la conexión que existe entre dos mundos tan diferentes: el de una sociedad de cazadores de bisontes y ciervos adaptada a sobrevivir a los rigores de la última glaciación y el de los grupos de pastores de cabras que dominaron la agreste, y a veces árida, Gran Canaria.

La subdirectora de Altamira, Pilar Fatas, que coordina el centro desde la muerte de José Antonio Lasheras, reconocía hoy que una experta en la Prehistoria como ella no se siente extraña en la sede del poder de los Guanartemes. Y lo mismo le ha pasado a la conservadora de la cueva de Gáldar, Carmen Rodríguez, cada vez que ha visitado Altamira.

"Con miles de años de diferencia y formas de vida tan diferentes, Altamira y la Cueva Pintada surgen de la necesidad de las personas por expresarse simbólicamente", apunta Pilar Fatás, que defiende que esta doble exposición supone "todo un hito" cultural.

Su homóloga en la Cueva Pintada, Carmen Rodríguez, explica que montar este proyecto a medias con Altamira ha sido "como viajar a otro tiempo y otro lugar que cautivan, a un mundo que fascina", aunque todavía no se tengan todas las claves para comprenderlo.