Cultura

La guerrilla de jardines asalta las fincas irlandesas vacías



    DUBLÍN (Reuters) - Colarse en fincas abandonadas para plantar árboles y cometer otros delitos de belleza puede sonar un poco raro, pero la creciente frustración con los espantos dejados por el boom inmobiliario irlandés ha llegado por fin a su punto de inflexión.

    Las llamadas "fincas fantasma" de Irlanda -centros comerciales vacíos, hoteles abandonados, promociones de viviendas sin terminar, esqueléticos edificios de oficinas y pistas de golf a medias- son un vívido recuerdo del despilfarro de una fiebre de la construcción que estalló en Irlanda hace más de cuatro años, arrastrando al resto de la economía.

    La jardinería de guerrilla, un fenómeno nacido en Estados Unidos que implica plantar árboles, flores y otras formas de belleza vegetal en tierra pública o privada sin permiso, forma parte de una tendencia de iniciativas ciudadanas que intentan mejorar el desolado aspecto de Irlanda.

    Armados con palas, guantes y árboles jóvenes, estos voluntarios han plantado unos 1.000 sauces, alisos, abedules y fresnos en un intento de reclamar tierra en un lugar que durante años ha sido una mancha en la imagen del pueblo de Keshcarrigan, en el oeste de Irlanda.

    El grupo llamado "NAMA to Nature", en referencia a la agencia estatal creada para purgar a los bancos irlandeses de préstamos de riesgo para promociones inmobiliarias, tiene planes de realizar más acciones y piden a otros grupos ciudadanos que resuelvan los problemas con sus propias manos.

    "La gente tiene que quedarse con (las fincas abandonadas) en su puerta trasera, es un símbolo muy feo de lo que ha quedado atrás", explicó Serena Brabazon, una de las organizadoras.

    "No se ha gestionado. Ésa es la frustración auténtica para todo el mundo", dijo mientras el grupo hace planes de asaltar otro terreno abandonado.

    La Agencia Nacional de Gestión de Activos (NAMA, en sus siglas en inglés), acusada por la oposición de ser demasiado blanca con los promotores inmobiliarios del país y no hacer suficiente para ayudar a losa contribuyentes, dijo hace poco que ha invertido 500 millones de euros en completar proyectos sin terminar.

    Pero la agencia, apodada con frecuencia "el banco malo", se atiene al secreto sobre los proyectos de los que tiene préstamos, provocando indignación por la falta de transparencia.

    Mientras sigue la polémica sobre NAMA, muchas de las propiedades a medio construir han empezado a estropearse en el ocaso de una planificación medioambiental desregulada que ahora también se ve envuelta en acusaciones de corrupción.

    Por eso no es de sorprender la aparición de movimientos de protesta entre los que han soportado estoicamente años de recesión, un aumento incesante en el desempleo, un programa de subidas de impuestos y recortes de gastos y la aceptación de los duros términos del rescate de la UE y el FMI.

    En la estructura de un edificio levantado en los muelles de Dublín, varios artistas han clavado 28 pinturas a las vallas que rodean el esqueleto de cemento, de ocho pisos de altura, de lo que iba a ser la sede del Anglo Irish Bank. El edificio, que el Banco Central de Irlanda está interesado en comprar, es un potente símbolo de la crisis financiera.

    "Hay una frustración muy profunda. Lo que he visto en respuesta a lo del arte y los árboles es que la gente se muere por (tener) una forma de expresar esta frustración", dijo Suki Jobson, de 36 años, investigadora geopolítica y que recientemente volvió a Dublín tras vivir en Reino Unido durante 20 años.

    Los artistas, que emplearon el desfile del día de San Patricio como distracción para sus actividades, dicen que este proyecto iniciado hace nueve meses nació de la sensación de tener las manos atadas por Europa y la incapacidad de cuestionar decisiones del Gobierno.

    "Nadie nos pidió permiso para comprarlo con nuestro dinero, ¿así que por qué deberíamos pedir permiso para decorarlo?", dijo uno de los organizadores de la iniciativa, que prefirió mantenerse en el anonimato.

    /Por Lorraine Turner/