Cultura

Leonardo Hernández no fue capaz de dormir después de abrir la Puerta Grande



    Madrid, 13 may (EFE).- El gran triunfador hasta ahora de San Isidro, el rejoneador de 22 años Leonardo Hernández, declaró hoy a EFE, al día siguiente de abrir la Puerta Grande de Las Ventas, que no ha podido dormir. "Un detalle raro, que también le pasaba a mi padre después de un triunfo rotundo", afirmó.

    "Si duermes, te despiertas enseguida. Quizás el cuerpo está alterado, y desde luego no se descansa. Espero no descansar muchas veces por este motivo", dijo entre risas.

    El joven Leonardo explicó cómo es el día después:

    "Suena mucho el teléfono. Es lógico, y es bueno. A mis apoderados los llaman las empresas. En el mío me buscan los periodistas. Es muy bonito y emotivo. Y yo 'llamo' a los caballos para saber si todo está bien. Desde que te levantas piensas en un caballo y en otro, y qué puedo cambiar para perfeccionar".

    También hubo tiempo para celebrar el triunfo en la intimidad. "Cenamos mi familia y mi cuadrilla". Y se para a piropear a los suyos: "Mi familia es impresionante. Doy gracias a Dios por la salud que tenemos. Eso es fundamental. Y por la forma como vivimos esta profesión, desde tan cerca. Aquí se sufre mucho, y por eso también se disfruta tanto".

    "Mi padre, que lo es todo para mí en lo profesional y en lo personal, cuando toreaba siendo yo pequeñito me hizo sentir sensaciones muy especiales. Yo lo pasaba mal. Pero ahí empecé a montar a caballo y a torear vacas en mi casa. No tenía mucha idea de equitación y de tauromaquia, y viendo a mi padre empecé a intuir el toreo", recalca.

    Y ahora siendo tan joven no le importa las renuncias obligadas por dedicarse al rejoneo. "Mi vida y mi mundo es el toro. Es lo que me gusta, y soy feliz con mi obsesión por la profesión. No necesito otras cosas que seguramente otros chicos de mi edad tienen. Esto me absorbe tanto, la preparación, la mentalidad, la ambición, que todo tiene que ser desmedido. La afición es obsesión", advierte.

    Leonardo agradece a la empresa de Madrid el "magnífico trato" al contratarle dos tardes esta feria (el otro paseíllo el 30 de este mes). Y recuerda: "Seguro que todo viene de la matinal de Fallas, cuando corté una oreja al único toro aquella mañana, pues éramos seis rejoneadores. Un triunfo que tuvo mucho eco. Y después Sevilla, también con un solo toro, dos orejas".

    Pero Leonardo no deja volar la imaginación. "Tras el triunfo las emociones hay que dejarlas a un lado. Te emocionas y lo disfrutas, es bonito. Pero cuando sales de la corrida, ya pones la cabeza en los caballos, en los errores que hay que corregir para la siguiente. Hay que cosas que no deben volver a pasar la próxima vez".

    Las metas las tiene asimismo muy calculadas: "Los objetivos han de ser alcanzables. El mío próximo, la siguiente corrida, en Talavera. Luego Nimes, y otra vez Madrid. Tengo que centrarme en la actitud de mis caballos. Pensar en el día a día es fundamental. Y así para la otra cita de Madrid estará todo al cien por cien".

    Preguntado por una hipotética estrategia que pasaría por dejar de acudir otra vez a Madrid después de haber triunfado a lo grande, y rentabilizar así el éxito sin arriesgar más, es contundente:

    "En absoluto. No sólo no soy conformista sino que por haber triunfado ya tienes más responsabilidad para la próxima. Eso es lo que me gusta. Me encanta Madrid, su afición. Quiero torear en su plaza, y ahora con más ganas que nunca".

    Acerca del momento actual del rejoneo, opina que "la ambición es la gran virtud que lo define. Todos quieren dar el mayor nivel, estar por encima de los demás. Sentirse torero es sentirse guerrero. Eso te exprime mucho, tanto a tu cuadra como a ti mismo. El rejoneo está en auge, en un momento fantástico, y de eso se benefician el aficionado y la propia Fiesta".

    Respecto a los nombres más sobresalientes en el escalafón, le hace mucha ilusión torear con Pablo Hermoso de Mendoza, "un figurón del toreo", recalca. Y no cuestiona que el navarro sea contrario a encabezar los carteles, un hándicap para los rejoneadores más jóvenes como él.

    "Eso lo debe decidir el maestro. Cuándo debe hacerlo y si debe hacerlo, que lo diga él. Yo estoy preparado y mentalizado. No pienso en lo que van a hacer los demás. Cada uno tiene su estrategia, y la mía es dar la cara en el ruedo e interpretar el toreo con la máxima profundidad".

    Leonardo tenía ya muchas contrataciones antes de "lo" de ayer. "Pero ahora más. Y quiero aclarar que con el maestro Pablo Hermoso también estoy anunciado. Ahora, también mis apoderados, mi tío Pedro y María Sara, tienen que andar con pies de plomo y con la cabeza despejada. Saber qué se pide y qué se hace. Aunque soy partidario de que el mejor apoderado es el torero".

    "Lo que hay que hace es arrear en la plaza para que los apoderados lo tengan fácil", enfatizó en el punto final de la entrevista.