Cine
Las actrices de la película "Elisa y Marcela" lamentan que continue la homofobia
"Creo que no ha caducado la historia, ojalá (esta película de Isabel Coixet) contase una anécdota de antes, pero sigue siendo un problema: es muy fuerte que en muchos lugares todavía sea un delito", opina en una entrevista con Efe Greta Fernández, que interpreta a Marcela en su primer papel protagonista.
Natalia De Molina añade, por su parte, que la vigencia de la historia es "total": "Pones las noticias -dice- y ves que hay un crecimiento de la homofobia increíble".
"Hay aún muchos países donde la gente no puede vivir su sexualidad libremente y son perseguidos, hasta con pena de muerte; en fin, atrocidades", comenta la andaluza, a quien la experiencia de hacer esta película le ha servido para darse cuenta de "lo importante que es mirar atrás para no repetir".
Rodada en blanco y negro, "ELISA (ELI1V.FI)y Marcela" es la historia ficcionada con muchísima poesía de dos mujeres reales que se casaron en A Coruña en 1901 haciéndose pasar una de ellas por un hombre, una decisión extrema que tomó la pareja para defender su amor, imposible en ese momento de la vida española.
"Ya no solo a nivel profesional, personalmente me siento muy afortunada, abrumada incluso, de que la gente conozca a Elisa con mi voz y con mi cara", afirma De Molina.
La película, que tardó diez años en salir adelante, comienza en el exilio de la pareja en Argentina, para volver al pueblo gallego donde surge su amor y pasar a Portugal -brillantes las aportaciones de Lluis Homar y Manolo Solo-, donde acaban en la cárcel tras descubrirse su trampa.
Ambas actrices sienten "responsabilidad y orgullo" de poner esta historia en manos de la gente. Fernández, ya "relajada" tras el trabajo bien hecho, ve muy clara la parte social de la película; De Molina, ganadora de dos Goya, sólo espera "estar a la altura y que la gente se enamore de ellas, que las compartan: es amor para el mundo, que hace muchísima falta", sonríe.
"Es que yo creo en el amor -aclara De Molina- sin género ni etiqueta, y (...) el amor es amor, independientemente de lo que se tenga entre las piernas", dice la de Jaén provocando las risas de las dos; la misma química que demuestran en las difíciles (y preciosas) escenas íntimas que protagonizan, algas y pulpo de por medio.
"Tuvimos mucha libertad en las escenas de sexo, Isabel iba haciendo y sabíamos que luego lo montaba muy bonito. Y ya. No me parecía ningún problema (rodar esto)", señala Fernández, quien añade que "no se ve lejos" de enamorarse alguna vez de una chica, "no es algo que descarte de mi vida", asegura.
Lo importante, considera De Molina, es "ese amor que lucha contra todo, el cómo se sienten, y lo que se puede llegar a hacer por amor".
También está el amor de Coixet por las palabras, aquí las letras sustituidas por lunares; la mención a Emilia Pardo Bazán, tabla de salvación de las reprimidas feministas de la época, y el reflejo de una sociedad cruel con las personas diferentes, que Coixet conjura al final de la cinta con imágenes reales de bodas entre mujeres, una vez España admitió el matrimonio homosexual en 2005.
La cinta producida por Netflix llegará a las salas el día 24 de mayo para saltar a la plataforma a partir del 7 de junio.