Ciencia

Los secretos del megamicroscopio con el que recrear las condiciones del nacimiento del Universo



    El experimento más costoso jamás llevado a cabo por la ciencia. Sus números son superlativos: diez mil millones de dólares para construir un anillo subterráneo de 27 kilómetros con centenares de sofisticados imanes superconductores sometidos casi al cero absoluto, gracias a 128 toneladas de helio líquido, todo a más de noventa metros de profundidad; diez mil científicos de 60 países cuya excitación alrededor del LHC casi forma un sistema nervioso paralelo.

    Eso debió ocurrir en una de las salas de control, cuando los físicos comprobaron que el aparato... ¡funciona! "Ahí está", fueron las palabras de Lyn Evas, el director del LHC. "Hemos tenido un buen comienzo", indicó a la BBC.

    Revolución en la física

    El 10 de septiembre puede ser un día histórico para la física. Y lo será seguramente porque la mayoría de los expertos tienen puestas sus esperanzas en las respuestas que se van a generar en las tripas de este monstruoso acelerador de partículas.

    ¿Por qué? En resumidas cuentas, este aparato gigantesco no es más que un supermicroscopio, el más potente jamás imaginado. Los científicos esperan desmenuzar la materia en sus ínfimos componentes (algo que ya han hecho en anteriores aceleradores, enormes aunque no tan grandes como este), y la única manera de lograrlo es inyectar fabulosas cantidades de energía para estrellar protones entre sí y ver qué es lo que sale. "Podremos escarbar más profundamente en la materia, de una forma que jamás habíamos hecho anteriormente", indicó la física Tara Tears, de la Universidad de Liverpool, a la BBC.

    En realidad, es como si quisiéramos saber qué hay dentro de un huevo puesto por una gallina y para ellos no tenemos otra que hacerlo estrellar contra otro a ver qué sale. Sólo que en este caso los huevos aquí son los protones. Cuando dos de ellos chocan a la velocidad de la luz, surgen partículas fantasmales cuya existencia es tan breve que ni siquiera la mente humana puede imaginarlas. Estas partículas se desintegran dejando rastros primordiales de energía, en realidad una especie de energía fósil, porque en realidad lo que ocurre es que, por esos infinitesimales lapsos de tiempo, se recrean las condiciones que tenía el Universo cuando apenas contaba con una edad...de una billonésima de segundo.

    Cómo funciona

    Así que el acelerador funciona en realidad como una máquina del tiempo: los científicos ven en sus pantallas los rastros de estas partículas. que recrean el nacimiento del Universo. Por cierto que tendrán trabajo, pues la información que esperan recolectar con este monstruo equivaldrá a la comntenida en tres millones de DVD cada año.

    Ahora, 14.000 millones de años después, todo está más frío que cuando empezó: tenemos la Tierra, el Sol y las estrellas, nuestras casas, las hipotecas...pero al principio del Universo, no había energía, materia, mucho menos luz (la radiación luminosa aparecería 300.000 años después así que durante ese tiempo tenemos que imaginarnos un universo a oscuras), y todo se expandió de golpe en una especie de big-bang (el término más popular en la historia de la ciencia nació en realidad de forma despectiva por parte de un astrofísico británico, Fred Hoyle, que nunca creyó en el big-bang. pero ésta es otra historia).

    Se supone que las principales fuerzas que ahora nos rigen (la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza débil que determina las desintegraciones y la fuerza fuerte que mantiene unidos a los átomos como un pegamento) eran una sola al principio de todo. El LHC permitirá a los físicos la búsqueda de la partícula de Dios, el bosón de Higgs, que confiere la propiedad de la masa a otras partículas. Para Fabiola Gianotti, una física del CERN, esta partícula "es responsable del 25 por ciento del Universo", según declaro al diario The New York Times.

    Esta partícula también podría explicar, entre otras cosas, la misteriosa "Energía Oscura" que parece que acelera el Universo, y el misterio de la materia oscura, pues sólo podemos ver un pequeño porcentaje de toda la que en realidad hay en el cosmos.