¿Quién ostenta el liderazgo en el independentismo?
Juan Carlos Giménez-Salinas
Ante la algarabía catalana, los discursos sin rumbo del Govern, la ambivalencia del president Torra, los silencios de sus consellers, las matizaciones de la señora Artadi, las decisiones políticas de Junqueras al desear habitar Bruselas como diputado europeo, el papel de la CUP y de los CDR y los mensajes cáusticos de Puigdemont desde la lejanía, nadie sabe quién es el líder de los independentistas.
Parece evidente que el Govern no gobierna, solamente está operativa, y a medio gas, la administración pública catalana. También es evidente que el Parlament se encuentra paralizado. Como quiera que los partidos que conforman la exigua mayoría independentista no desean poner en evidencia sus diferencias y temen votaciones sorpresivas, han instruido al Presidente del Parlament para que no convoque plenos.
El líder de ERC, Oriol Junqueras, ha decido presentarse a las elecciones al parlamento europeo. Esta sorprendente noticia ha dejado descolocados a los suyos y huérfanos de un líder incuestionable. Esta decisión pudiera interpretarse como un agotamiento psicológico de una persona en prisión que desea no regresar para ejercer un cargo político ejecutivo que conlleva un evidente estrés. Para no abandonar la política se refugia en un tranquilo ámbito de discusión europea más bien anodino. Comprensible reacción para una persona que ha sufrido las tensiones de éstos últimos años.
Puigdemont, el abanderado huido del independentismo auténtico, sufre el normal desgaste de quien carece de poder político. El poder desgasta, pero más desgasta carecer de él. Quien ostenta el poder posee instrumentos de presión y prebendas que repartir. Mantenerse en el candelero mediático carente de regalías es muy difícil por no decir imposible.
El presidente Torra no parece un líder carismático, ni con ideas ni proyecto político claros, y sus mismas huestes desconfían de que pueda alargar durante mucho tiempo su mandato.
Algunos independentistas afirman que el liderazgo lo ejerce el pueblo catalán. Esta afirmación debemos reducirla a la mitad de este pueblo, ya que la otra mitad es constitucionalista. Estas personas dicen que el pueblo presiona a la clase política para que actúe en la dirección adecuada y por tanto no son necesarios líderes personales.
Este argumento, como mínimo peregrino, está por ver y sería la primera vez en la historia que las gentes se mueven por sí mismas. Como idea es buena y defendida por el anarquismo, pero éste habla de personas y no de pueblos.
A la pregunta que nos hacemos en el título de este escrito hemos de responder que desconocemos quien ostenta el liderazgo y, para intentar saberlo, aunque sea a medias, el único camino son unas nuevas elecciones. También en estas elecciones se conocería el poder de cada partido, cosa siempre interesante y muy líquida en cada momento.