Cataluña

Salvador Alemany: "Los empresarios no debemos posicionarnos sobre determinados procesos políticos"

    Salvador Alemany, presidente de Abertis.

    Jordi Sacristán

    Salvador Alemany (Barcelona, 1944) es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y diplomado por la escuela de negocios IESE. Se incorporó a la dirección general de Abertis -entonces Acesa- en 1998, bajo la presidencia de Isidro Fainé. Descárguese gratis el último número de elEconomista Catalunya

    Sustituyó a José Manuel Basáñez en un momento delicado en que las relaciones entre la compañía y las administraciones públicas catalanas pasaban por una etapa conflictiva a causa de la negociación de las tarifas de los peajes. Consiguió calmar los ánimos y gracias a aquel éxito se ganó la fama de persona dialogante. Actualmente es el presidente de Abertis y del Consejo Asesor para la Reactivación Económica y el Crecimiento (Carec), un organismo que asesora en temas económicos al gobierno de la Generalitat.

    Tras cuatro años al frente del Carec, ¿qué balance hace de la aportación de este órgano asesor de la Generalitat?

    Muy positiva. Se creó en febrero de 2011 y desde entonces ha trabajado en unos 25 documentos que abarcan desde la fiscalidad, hasta la formación e innovación como factores de competitividad, pasando por infraestructuras, la simplificación de procesos administrativos, etc. Ha sido un trabajo sostenido y desinteresado en reuniones cada dos semanas con un alto nivel de implicación de sus 20 miembros, empresarios, académicos y expertos que forman este organismo.

    Ya, pero yo me refería a si la Generalitat aplica o no aplica las recomendaciones para la reactivación económica y el crecimiento que les han hecho ustedes.

    Veamos, si se refiere a si han clonado uno de nuestros 25 informes y notas en un decreto ley, le diré que no. Tampoco esa es nuestra misión. El Carec es un órgano formado por gente transversal con opiniones diferentes y ese es su gran valor. Nuestras recomendaciones se hacen desde el punto de vista económico, sin tener en cuenta las cortapisas a las que obliga la militancia política o las servidumbres electorales. Pero hemos hecho aportaciones que después han tenido aceptación, por ejemplo, en 2011 propusimos la reducción de cotizaciones a la Seguridad Social a cambio de subir el IVA, el denominado IVA Social.

    En cualquier caso, las previsiones apuntan a crecimientos de la economía española del orden del 3% del PIB, así que la reactivación económica parece que ya es un hecho. Sin embargo, estamos en niveles de deuda y de desempleo altísimos. ¿Le preocupa que este crecimiento se pueda truncar?

    Confío en que el crecimiento económico se consolide, pero es cierto que tenemos altos niveles de deuda y desempleo. La única forma de rebajar estos dos índices negativos es a través de las exportaciones y la atracción de inversión extranjera. Creo que centrar la reactivación en el estímulo de la demanda interna sería un error porque aumentaría el déficit comercial e incrementaría los desequilibrios tradicionales de nuestra economía. Y para exportar más es necesario que nuestras empresas ganen productividad y sean más competitivas. La devaluación en curso del euro puede ser un factor positivo para el proceso exportador.

    Pero hablar de productividad en las empresas es siempre hablar de recorte de empleos...

    No debe ser así siempre. Al principio la productividad se gana recortando empleo, pero llegados a un determinado nivel es compatible ganar productividad creando nuevos empleos. Ese es el camino que deben seguir nuestras empresas.

    Usted preside Abertis, una empresa del Ibex-35. ¿Las empresas del Ibex están contribuyendo a esa ganancia de productividad y creación de empleo que usted defiende?

    Las empresas del Ibex están centradas en ganar más eficiencia. Tras las crisis que hemos atravesado, algunas están en un proceso de desendeudamiento que les ha obligado a desinvertir y reducir su dimensión. Pero también es cierto que otras seguimos analizando y ejecutando nuevos proyectos para invertir y seguir creciendo.

    El mundo financiero asegura que existe de nuevo muchísima liquidez y con los tipos de interés en mínimos históricos, este debería ser el momento para invertir, ¿no?

    Es verdad que el dinero está disponible para invertir y a un precio muy atractivo. Difícilmente estará más barato. Si ahora no te salen los números para financiar un proyecto a medio o largo plazo ya no te saldrán nunca. Pero también es cierto que existen otros inversores, como los grandes fondos de pensiones, que parecen exigir una menor rentabilidad a sus inversiones que la que requiere una empresa de base industrial como la nuestra.

    Recuerdo algunas reuniones del Círculo de Economía en Sitges antes de la crisis donde Luis del Rivero se autoproclama el apóstol de la deuda y donde el difunto José Manuel Lara aseguraba que el dinero era una commodity, una materia prima más. ¿Existe el riesgo de volver a esa situación?

    Espero que no. Creo que hemos aprendido las consecuencias de aquello. Es verdad que ahora volvemos a tener acceso fácil al dinero, pero las empresas no deben crecer por crecer, sino en función de que surjan oportunidades de proyecto con base industrial y manteniendo su disciplina financiera. Si esto no es así, volveremos a crear una burbuja.

    ¿Base industrial? ¿A qué sectores se refiere?

    En el libro que acabo de publicar -Inteligencia Empresarial-, defino ese término. No me refiero únicamente a la industria manufacturera. Hablo de las empresas del sector energía, del software, de la biomedicina o del turismo, que es un sector muy pujante. Y en el caso singular de Catalunya, de un sector muy tradicional y muy potente como son las industrias agroalimentarias.

    Ya que menciona la energía, me gustaría preguntarle por la seguridad jurídica en España. ¿El recorte de la retribución a las energías renovables ha mermado la credibilidad jurídica de España?

    Yo diría que veníamos de una etapa de bonanza económica donde se cometieron excesos y la llegada de la crisis ha impulsado la revisión de algunos acuerdos. Todas la partes eran conscientes de esos excesos y lo importante es alcanzar acuerdos. Creo que en España existe credibilidad jurídica tanto a nivel público como privado. Dicho esto, es verdad que con casos como estos la credibilidad jurídica padece y las empresas lo tienen en cuenta. En el caso de Abertis pensamos en términos globales y sólo invertimos en aquellos países con una alta seguridad jurídica. Es una parte esencial de nuestro proyecto industrial.

    ¿Y qué me dice de las denominadas autopistas radiales?

    En ese caso no existe ningún tipo de inseguridad jurídica. Es un proyecto donde el inversor se ha equivocado y ha perdido su dinero al pensar que la economía iría bien toda la vida y que el tráfico nunca dejaría de crecer a un ritmo elevado. ¡Qué cada palo aguante su vela! Porque la Administración también asumió una responsabilidad patrimonial en la licitación. Lo digo en el libro, la única cosa que legitima el beneficio es que cuando te equivocas, pierdes. No podemos crear una sociedad donde el beneficio es individual y las pérdidas se socializan. En el caso de las radiales, sólo el tema de las expropiaciones de los terrenos presenta alguna duda de responsabilidad que, en mi opinión, no es privada.

    El Ministerio de Fomento ha puesto en tela de juicio las compensaciones que debería recibir Abertis por las inversiones que hizo en la AP-7. El tráfico ha sido menor del proyectado, pero el último informa del Consejo de Estado argumenta que la concesionaria no tendría derecho a ser compensada por este motivo.

    El Consejo de Estado es un órgano consultivo y antes ya había emitido informes en sentido contrario. Nosotros vamos a esperar y, si es necesario, defender respetuosamente nuestros derechos. La concesión de la AP-7 concluye en 2021 y todavía es posible que, hasta entonces, se recupere el tráfico. Mire, el diálogo con las administraciones es un punto clave en el negocio de las concesionarias, digamos que forma parte de nuestra industria.

    Usted es un gran defensor del pago por uso de la vías de gran capacidad, autovías y autopistas. ¿Cree que sus ideas en España ganan terreno o están en retroceso?

    (Risas) Hombre, precisamente, 2015, con cuatro elecciones, no es el año más propicio para proponer el pago por uso. Pero dejando a un lado esta circunstancia, yo creo que es una idea que avanza. En Alemania se impone la euroviñeta para los vehículos pesados. En Austria ya pagan ligeros y pesados en toda la red de autovías. Yo creo que vamos hacia una armonización en toda Europa porque el dinero público es limitado y los contribuyentes exigen que se gaste en otras cosas. Sin la entrada de dinero privado en el sistema hay riesgo de paralización en la construcción de nuevas infraestructuras. Ahora, dicho esto, es cierto que en España desde hace años no se ha colocado ni un sólo peaje.

    Aquí somos más de peajes en la sombra que las Administraciones abonan cuando pueden, ¿no?

    El peaje en la sombra no es un peaje, es un eufemismo de algunas administraciones para pagar unas obras determinadas a plazos sin que compute como deuda y déficit.

    Le pregunto ahora por Abertis. Durante su etapa como primer ejecutivo usted llevó a cabo un proceso de diversificación que ahora su sucesor ha deshecho para concentrarse sólo en concesiones de autopistas.

    Las cinco actividades que realizábamos estaban relacionadas con las infraestructuras de transporte, pero cambió el ciclo económico y nos dimos cuenta que era muy difícil financiar el crecimiento de todas en paralelo. Por eso segregamos hace unos años los aparcamientos de Saba y la actividad logística y ahora separamos la parte de telecomunicaciones terrestre con la salida a bolsa de Cellnex Telecom. En cuanto a los aeropuertos, vendimos ordenadamente la actividad al descartar Aena la concesión individual de El Prat y Barajas, que eran nuestro objetivo, pero yo todavía estoy convencido que el transporte aéreo de pasajeros será una de las actividades de mayor crecimiento los próximos años.

    Pensaba que la salida a bolsa de Cellnex era para financiar la compra de la concesión de la autopista de Indiana que al final perdieron.

    No. Hay proyectos que salen y proyectos que no. Abertis intentó la fusión con Autostrade, poco después de adquirir Sanef en Francia. No fue posible, pero cerramos con éxito la compra del 32% de Eutelsat. Luego nos preadjudicamos una autopista en Pennsylvania y por problemas políticos internos de este Estado se frustró y entonces invertimos en Chile y Brasil. Ahora haremos lo mismo. El mercado está abierto.

    No puedo terminar sin preguntarle por el proceso soberanista catalán, ya que usted fue tentado por Mas para formar parte de su primer Gobierno.

    (Mala cara) Nunca pensé en dedicarme a la política ni tuve que rechazar ninguna oferta. Sobre su pregunta le diré que, en mi opinión, los empresarios no debemos posicionarnos públicamente sobre determinados procesos políticos. Aquí hay empresas españolas a las que no se les pregunta por este tema y lo mismo debería ocurrir con las catalanas. Yo creo que el gran éxito de este proceso, para todos, es que no ha afectado a las empresas. Las relaciones económicas entre Madrid y Barcelona son normales.

    ¿No cree que el proceso frena la inversión extranjera en Cataluña?

    No lo creo. El nivel de inversión es bastante normal y las exportaciones han registrado un boom histórico. Puede discutirse si en una operación concreta, como Eurovegas o BCN World, este factor influyó. Pienso que no tuvo nada que ver.

    Entonces, ¿existe una italianización de España? ¿Los empresarios actúan independientemente de la política?

    Es verdad que los empresarios, como tales, no entran en ciertos temas políticos, pero creo que no es estructural, sino circunstancial y no es una italianización.

    ¿Teme el empresariado el éxito electoral de Podemos?

    Insisto en que el empresario no debería opinar, porque gane quien gane en las urnas el mundo seguirá girando y las empresas seguiremos trabajando.