Cataluña

La impunidad de los nuevos usureros

    Juan Carlos Giménez-Salinas, Abogado


    La ambición humana es intemporal y algunos poderosos siempre se han aprovechado de los débiles para enriquecerse. Las entidades bancarias se hallan controladas por el Banco de España y podrían desprestigiarse si ejercieran la usura de un modo evidente.

    Pero otras empresas y personas ocultas tras ellas prestan dinero a intereses absolutamente leoninos. La persona que cae en las redes de estas empresas que prestan con usura ya puede olvidarse de los muchos o pocos bienes que le queden porque los perderán todos.

    Hasta hace pocos años existía el delito de usura, pero desgraciadamente hoy ha desaparecido de nuestro Codigo Penal.Una persona solamente puede defenderse de un usurero reclamando por la via civil, siempre lenta y cara y además difícil de probarse ante un tribunal. Decimos que es difícil de probarse porque los prestamistas ya se preocupan que jamás pueda quedar constancia que cobran intereses abusivos. Todos los documentos que suscriben, incluso ante notario, indican que una persona les debe un dinero, pero no especifican jamás la cantidad o, si alguna vez lo hacen, detallan una cantidad mucho más elevada de la que realmente prestaron. En cambio, sí que detallan la cantidad que les debe el necesitado que acudió a ellos, en la que se engloban sin especificar, los intereses, enormes que le cobran por el préstamo.

    Como decimos, la única posibilidad de reclamación es acudir al juzgado y poner una demanda civil contra el prestamista probando las cantidades que se prestaron y el interés pagado por ellas. En base a la llamada Ley de Azcarate de 1908, el juez podrá declarar nulo el préstamo y el deudor solamente deberá devolver el capital sin los intereses.

    En la práctica, hay muy poca gente que acude al juzgado e intenta la nulidad de su préstamo porque probar el cobro de interés abusivos es muy difícil y de este modo el prestamista usurero consigue pingües beneficios arruinando a quien acude a él para que le solucione una angustiosa situación.

    Al poco tiempo, el necesitado incauto se da cuenta que ha caído en una tremenda red que le asfixia con mayor presión que en su situación anterior. El pago de los intereses se convierte en una tremenda escalada imposible de salvar y queda todavía y siempre quedará el capital por reintegrar, cosa que no conseguirá jamás porque ya se encargará el prestamista de que nunca consiga pagarlo.

    Es terrorífico pero cuando más abundan estos buitres-usureros es en épocas de depresión y cuando la población se halla más necesitada, cambiando de manos tierras, joyas y viviendas dados en prenda o garantía de la devolución de préstamos que jamás podrán devolverse.

    Es necesario revisar nuestro Código Penal y que vuelva a considerar delito el préstamo usurario ya que se trata de una lacra social que la propia sociedad debe perseguir y debe proteger al incauto, débil o poco afortunado que precisa capital y no puede acudir a la banca a solicitarlo.