Cataluña

Las 'mpymes', en lucha

    Joan Torrent-Sellens, Director de la Business School de la UOC


    Durante los últimos días hemos asistido a un hecho insólito. Las micro, pequeñas y medianas empresas, en adelante mpymes, están en lucha.

    A pesar de que representan más del 95 por ciento del tejido empresarial, que generan dos tercios del PIB, y que ocupan a la mitad del empleo, las mpymes se sienten maltratadas, con impuestos y dificultades administrativas crecientes y, lo más importante, sin un retorno claro a su esfuerzo. Se trata de un problema que va mucho más allá de un problema económico. Es un problema social.

    La sociedad española debe muchas cosas a su tejido de mpymes. Si su tejido de mpymes no funciona y muere, alguna cosa más que el tejido productivo se romperá en nuestro país.

    Algunas ideas para no llegar al desastre. Primera. Con el business friendly no es suficiente. El trabajo del Gobierno y la administración es doble. En primer lugar, deben proporcionar al sistema productivo los capitales necesarios para funcionar eficazmente, en especial el capital físico, humano, tecnológico, emprendedor, innovador y organizativo. Esto implica vincular a todos los agentes implicados, tener una visión de largo plazo, un proyecto de país, dejar de dar dinero y reformar la administración por dentro, en especial en organización y en recursos humanos, para poder atender al reto. En segundo lugar, tener presente que las condiciones de emprendimiento y de negocio se han globalizado, y los agentes económicos buscan en la globalización las mejores condiciones. Un ejemplo, en el Reino Unido pagar los autónomos vale 15 libras, y en cuatro horas y con 70 libras se ha creado una nueva empresa.

    Segunda idea. Deberíamos abordar el caso específico de las microempresas. Es cierto que muchas de ellas no tienen ni la dimensión ni los recursos para abordar proyectos de innovación y de internacionalización (hoy, en España, sólo exportan sostenidamente un 10 por ciento de sus empresas). Pero, también es cierto que, a través de la colaboración y la red de microempresas, se puede competir en la economía global. No me cansaré de repetirlo. El caso del Small Business Administration de los EE.UU. es un buen referente a seguir.

    Tercera. El éxito del emprendimiento y la innovación (intra-emprendimiento) depende, y mucho, de la experiencia previa y de los fracasos anteriores. Nos hemos centrado en las acciones de apoyo a los emprendedores jóvenes. Pero, ¿qué hay para los emprendedores con experiencia? Y, ¿qué hay para las mpymes que se deben transformar?

    Cuarta. Buena parte del problema actual es financiero. En la actualidad se financian los proyectos que disponen de solvencia física. Pero, ¿qué hay para la financiación de la innovación? ¿Por qué no hemos sido capaces de crear lo que yo denomino la póliza intangible de crédito? ¿Por qué los sistemas de evaluación de riesgos no son permeables a la financiación de la innovación sin que ello suponga la entrada en la propiedad de la empresa?

    Y, quinta idea. La autocrítica es muy necesaria. Es verdad que las condiciones de entorno no ayudan demasiado, pero también lo es que la mayoría de mpymes tienen un proceso interno de generación de valor muy mejorable.

    Los empresarios hacen poco de empresarios, hacen poca estrategia. La colaboración cuesta mucho. Patronales y sindicatos continúan instaurados en su espacio de confort. Es el momento de probar proyectos nuevos. El país sigue sin datos actualizados, ni registros, ni redes eficaces de emprendedores e innovadores. Y, la Universidad, y el sistema educativo en general, deberían tomar consciencia de que son el elemento clave del proceso. La carrera académica por transferencia y emprendimiento, la reorganización interna, la difusión de múltiples bases de conocimiento (en especial la democratización de los contenidos en creación, gestión y dirección de pymes), y la relación estrecha con los agentes locales son imprescindibles. Sin triple hélice no hay base emprendedora innovadora posible.

    Tenemos trabajo, pero nada está perdido. Todo depende de lo que seamos capaces de hacer. La sociedad española no sé merece otra cosa. El estado del bienestar depende también de ello.