Cataluña

La izquierda de hoy

    Juan Carlos Giménez-Salinas, Abogado


    Desde su nacimiento moderno, con Marx y Engels, hasta hoy, la llamada izquierda ha evolucionado mucho. Nació con motivo del gran desarrollo industrial de finales del siglo XVIII y principios del XIX en los grandes países europeos que en aquel momento lideraban el mundo, Gran Bretaña, Alemania y Francia que precisaron una enorme mano de obra para trabajar en las fábricas manufactureras y mineras.

    Esta mano de obra extraída del mundo rural fue víctima del momento, como podemos advertir en las novelas de Dickens y de la falta de conciencia social de la sociedad en que vivían. Los pensadores de la izquierda idearon un mundo feliz intentando arrebatar su hegemonía al capitalismo mediante la lucha de clases. La izquierda tuvo toda una clase social que proteger y presionar a los gobiernos para generar unas normas que regularan el trabajo, la jornada laboral, los salarios y en definitiva todos los derechos que poseemos en la actualidad en el mundo del trabajo. La implantación de estas nuevas normas protectoras del trabajador fueron el origen de grandes conflictos sociales, guerras, anarquía y lo que hoy llamaríamos terrorismo. En España llegó mucho más tarde por el atraso industrial que llevábamos con respecto a Europa, pero no por llegar tarde llegó menos violento.

    Antes se ser aceptadas por los gobiernos las tesis de la izquierda, sus ideólogos y líderes fueron perseguidos y muchos de ellos encarcelados. Durante muchos años se fraguó en Europa una auténtica revolución hasta conseguir el deseado y conquistado estado del bienestar, eufemismo que es aceptado pero no definido y que refleja todos los derechos conseguidos por la clase trabajadora ampliados a las clases medias.

    Cuando un grupo humano o bien una persona alcanza aquello por lo que ha luchado toda su vida, consigue una gran victoria, pero a su vez vacía de contenido su existencia posterior si no sustituye aquellos objetivos iniciales ya conseguidos por otros nuevos y tan difíciles de alcanzar como los primeros.

    Precisamente este fenómeno les ha ocurrido a todos los partidos de izquierda que existen en países desarrollados. Carecen de grandes metas porque ya las han conseguido y se dedican a pulir y matizar las mejoras alcanzadas, entreteniéndose en los detalles pero poseyendo idénticos fines que los partidos de derechas. Son cómplices de las estructuras políticas y sociales que han conseguido y han perdido su razón de ser porque son incapaces de imaginar un mundo diferente al que poseemos.

    La izquierda histórica revolucionaria se ha aburguesado y ha perdido toda capacidad imaginativa para convertirla en un objetivo por el que existir. A las sociedades desarrolladas ya no les es útil la izquierda actual porque alcanzó tanto éxito que ahora carece de energía para ponerse nuevas metas, metas que demanda nuestra sociedad.